La historia es larga, tiene 500 años de lucha contra el colonialismo, desde que un tipo dijo “tierra” y otro dijo “barco”. Sabemos lo que vino después, aunque el relato se lo apropiaron los invasores en nombre de la “civilización”, a sangre y fuego, muerte y destrucción, opresión y dolor, borrando identidades y memorias de los pueblos.
Escribe Jorge Rachid
¿Es diferente hoy? Si observamos las formas sí lo es, pero en el fondo el significado el relato de lo acontecido, sigue siendo. Los mismos conceptos, las mismas justificaciones, las mismas consignas que llevan a la dominación. Eso es el neoliberalismo hoy en acción; ya ni siquiera liberalismo del siglo XlX, aunque intente esconderse en las premisas de Adam Smith, ahora es un capitalismo financiero depredador, que ha llevado al hambre al mundo y a la destrucción del ambiente a la Humanidad.
Cuando se reflexiona sobre la situación política en nuestro país, frente al avance electoral del fascismo ideológico y el fundamentalismo del Mercado, se tiende a caracterizar superficialmente los protagonistas; es un claro error, como lo es también adjudicar sólo a los errores propios, como los causantes del deterioro de la conciencia colectiva del pueblo que los votó.
No digo que no es necesaria una profunda revisión de nuestras propias conductas, porque sería sacar al análisis de un andarivel necesario y con pensamiento crítico profundo, pero sí podemos afirmar que el diseño estratégico del enemigo, así como se monta sobre nuestros propios errores, como inflación e ingresos, en realidad viene a destruir nuestros muchos aciertos, en especial ampliación de derechos, calidad y cuidados de la vida, como en la Pandemia, con obras de infraestructuras necesarias para el Pueblo, la producción y los servicios.
Pero el Movimiento Nacional y Popular ha
sido derrotado electoralmente, aunque conservó un núcleo superior al esperado,
44% que tiene una mirada de Patria común, con una predisposición a mejorar y
reconstruirse, en especial con los jóvenes que vienen a recuperar valores y
virtudes y que una dirigencia nacional
ya en retirada, no logró preservar y sin una conducción del conjunto, que
garantice recuperar sueños y utopías necesarias para la acción política en
objetivos comunes.
La vieja frase que el Movimiento se construye con barro y estiércol, que implica la conjunción de ideales y posibilismos en equilibrio, que una conducción debería preservar, no puede confundir picaros con sinvergüenzas, compromisos con el pueblo, con claudicaciones de gestión y firmezas conceptuales estratégicas con debilidades doctrinarias diarias.
Construir
soberanía es una militancia destinada a levantar el concepto de Patria y Pueblo
en conjunto, en el marco de la Comunidad Organizada, con nuestros compatriotas
como protagonistas de la historia y no como testigos, sólo informados de la
misma.
La Comunidad Organizada es la herramienta de poder del Movimiento Nacional, Popular, de Patria Matria Grande Latinoamericana, objetivo al cual el coloniaje viene a destruir, porque constituye la única valla de contención al avance de sus intereses macro económicos, que comienzan con el saqueo de los recursos naturales, la primarización de la economía y la baja de los derechos sociales, sumados a la destrucción de los sistemas solidarios de salud, educación y previsionales, para incorporarlos al lucro y la mercantilización que impone el Mercado como ordenador social.
Esa situación extrema a la cual hemos llegado, se viene gestando hace 40 años, desde el inicio mismo de la democracia condicionada al Mercado.
Los condicionamientos hegemónicos del poder del norte los sufrió Alfonsín, hicieron claudicar a Menem y lo llevaron al tráfico ideológico y la traición a los principios doctrinarios, luego le estallaron a De La Rúa, condicionaron a Duhalde y sólo logró enfrentarlos Néstor Kirchner, con la habilidad e inteligencia necesaria de ampliar la base de sustentación social con compromiso y al construir el UNASUR, bloque desde el cual se hicieron resistentes los países hermanos, frente a la reacción imperial, que no se hizo esperar con la Alianza del Pacífico primero y luego el Grupo de Lima.
La muerte de Néstor y las presiones sobre Cristina hicieron que en los 12 años de Gobierno, no se pudiesen atacar las causas estructurales de la dependencia, ancladas desde la Constitución Nacional de 1994 del Pacto de Olivos de Menem y Alfonsín. Esa herramienta no sólo fragmentó al país, sino que hizo de las provincias algunas ricas y otras pobres, a las cuales sólo el Estado nacional podía solventar, supliendo las asimetrías de recursos. Era la base necesaria de impedir, bloqueando políticas nacionales como proyecto de Nación, en especial en salud, educación y seguridad social, que se presentó como una descentralización, cuando fue una dispersión federal, sin recursos, de responsabilidades sociales amparadas en la Constitución Nacional.
Las experiencias posteriores, creemos, que el pueblo las conoce, aunque en el 2003 las nuevas generaciones que hoy votan estaban naciendo, no lograron desde la política que le sean transmitidas esas experiencias a fondo, en especial las luchas contra las dictaduras, la recuperación de la calidad de vida, la enorme presencia de Madres y Abuelas, los relatos históricos de un peronismo constructor de derechos y resistente a la hora de la derrota, sembrando mártires y héroes en páginas memorables de nuestra historia.
Todo eso fue borrado de la memoria colectiva por los que se presentan como innovadores libertarios y atrasan 100 años la historia de nuestro país. Presentan a un Alberdi como representante del liberalismo y la modernidad, pero no dicen del Alberdi póstumo lamentando sus conductas anteriores y criticando a Mitre. Critican la ley Saenz Peña que otorgó el voto al pueblo al denigrar a Irigoyen, no se privan de atacar a Evita y a Perón por su irrupción social, política, doctrinaria, cultural y filosófica, que además incorporó a las mujeres a la vida pública y estableció los derechos sociales que hoy perduran y quieren eliminar. También a Alfonsín por el juicio a los genocidas, junto a Néstor y Cristina como los “ejes del mal” en el imaginario popular.
Luchar sin conducción es hacerlo sin inteligencia
estratégica, es decir ir al martirologio, lo cual debemos evitar, no necesitamos
mártires sino una conducción nueva, que amplíe la base de sustentación del
Movimiento Nacional a todos los sectores patrióticos, que asuman la
responsabilidad, en objetivos comunes de reconstruir la democracia debilitada y
el poder popular, que ha sido golpeado.
Luchar es el camino, en la calle, movilizando y con consignas claras que generen conciencia e identidad en nuestros compatriotas, como los hicieron nuestros Padres Fundadores contra viento y mareas.
Jorge Rachid
CABA, 24 de noviembre de 2023
BIBLIOTECA
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Juan D. Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder
Ed. Pueblos del Sur
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John W. Cooke: Peronismo y Revolución Ed. Colihue
- ·
Juan José Hernández Arregui: Imperialismo y Cultura Ed. Peña Lillo