Daniel Molina, un religioso denunciado por
delitos sexuales y sancionado en mayo se separó de la Iglesia Católica y
actualmente decidió seguir ejerciendo como cura en un grupo conocido como
"iglesia vetero-católica".
El Arzobispado de Tucumán emitió
un comunicado advirtiendo que un sacerdote que
fue inhabilitado por diez años y separado de la Iglesia Católica tras ser denunciado por abuso sexual,
sigue ejerciendo como cura en un grupo conocido como "iglesia vetero-católica".
Se trata de Daniel Molina, un religioso denunciado por abuso sexual
quien a principios de mayo pasado fue inhabilitado por diez años a ejercer
públicamente el sacerdocio por el Obispo de la diócesis de la Santísima Concepción,
monseñor José Antonio Díaz.
Tras la resolución aprobada por la Santa Sede, Molina se separó de la Iglesia
Católica y decidió seguir ejerciendo como cura en un grupo conocido como "iglesia
vetero-católica".
"Los obispos de Tucumán, como padres y pastores del Pueblo de Dios, nos
vemos obligados de advertir a todos los fieles sobre la gravedad y consecuencia
espiritual de los actos que rompen la comunión con la Iglesia", indicó el
comunicado que emitió el Arzobispado de la provincia tras conocer la decisión
de Molina.
La Iglesia veterocatólica (también conocida como iglesia católica antigua) es un grupo de iglesias cristianas que se separó de la Iglesia católica en el siglo XIX y cuyos integrantes son llamados viejos católicos o veterocatólicos.
"Molina fue exhortado de diversas maneras a no lastimar a la Madre Iglesia
con un cisma. Su última respuesta fue que se trataba de una decisión
indeclinable. Dicha decisión hace al padre incurrir en el delito de cisma, lo
que significa ruptura de la comunión con la Iglesia y él mismo se aplica la
excomunión", agregó el texto.
Asimismo, sostuvo que "todos los fieles que acompañen la decisión
de dicho sacerdote incurren en el mismo delito, rompiendo la comunión
eclesial".
"No obstante, esta dolorosa situación puede sanarse con un humilde
y publico acto de retractación que restituya la comunión dañada y los
reincorpore a la Iglesia que siempre los estará esperando. La censura
eclesiástica no es una condena irrevocable, sino que es un doloroso llamado de
una Madre a volver a la paz de la comunión, que está por encima de cualquier
cosa", añadió.
"Como pastores preocupados del bien espiritual de los fieles, queremos
exhortar, a toda la feligresía, a que no lastimen más el cuerpo de la Iglesia
con el escándalo de un cisma", concluyó el comunicado.
Los jueces que integraron el tribunal
que llevó adelante el proceso canónico al que fue sometido el cura eran ajenos
a la diócesis local y a la provincia, con el fin de garantizar imparcialidad.
En ese momento, el tribunal había solicitado la pena máxima que
corresponde a la pérdida del estado clerical, pero por intervención del
obispado se redujo a la inhabilitación del ejercicio público del
ministerio a diez años, con la posibilidad de una reducción a siete años.
Finalmente, se resolvió que Molina quedaba autorizado a celebrar la
misa de manera privada, sin presencia de público.
Fuente: Telam