“Para salir del circuito de extrema pobreza y extrema riqueza es imprescindible cambiar la matriz productiva” plantea con absoluta solidez Horacio Rovelli en esta nota, quien analiza las consecuencias de un modelo extractivista, agropecuario y financiero y la necesidad de pegar un volantazo en favor de las mayorías en Argentina a través de una propuesta nacional y popular.
Escribe Horacio
Rovelli
En Economía se define como “matriz productiva” a cómo
se organiza una sociedad para producir determinados bienes o servicios en un
tiempo y precio determinado, cómo emplea los recursos que tiene a su
disposición (o desarrollar los inexistentes) para generar procesos de
producción que permitan el crecimiento y desarrollo, propendiendo a la
generación de mayor valor agregado, la creación de riqueza y a la vez el bien
común, la igualdad de oportunidades y el progreso.
Con el modelo de acumulación en base a la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) de la Argentina pos guerra (con un antecedente valioso en el Plan Pinedo tras la crisis económica de 1930) se logró crecer a una tasa del 3,4% anual promedio entre 1943 y 1974, se absorbía como trabajadores a la creciente población vegetativa y a las corrientes inmigratorias y se iba formando un tejido social e industrial importante.
En
1974 la Argentina era el país del continente americano más integrado, donde
menos diferencia había entre los más ricos y los más pobres. Se había generado
una matriz productiva que había aprendido de sí misma y para 1970 se había
comenzado a lograr compensar las importaciones industriales con la venta de
casimires, caños sin costura, acero, aluminio, y, en 1973, se obligó a las
empresas automotrices radicadas en el país a vender vehículos y repuestos al
mundo socialista. Por lo que el modelo no solo no estaba agotado, sino que
empezaba a fortalecerse en un salto cualitativo en la producción industrial.
El modelo ISI (de Industrialización por Sustitución de
Importaciones) fue un modelo de desarrollo que propuso el reemplazo de
bienes importados por bienes producidos localmente, con ello se dependía menos
de la comercialización de los recursos naturales, para lo cual el Gobierno
reducía impuestos y/u otorgaba financiamiento a actividades que agregaran valor a
los bienes primarios y, cobraba impuestos a la tierra y a conspicuas
manifestaciones de riqueza.
El modelo de sustitución de importaciones implicaba
trabajo y poder de los trabajadores y por eso, se buscó su destrucción y reemplazo por un
modelo extractivista, agropecuario y financiero exportador, especialmente con la dictadura
militar, cuando la burguesía local aceptó subordinarse a la economía mundial
que exige una Argentina que produzca alimentos y materias primas. Y lo hizo, en
primer lugar, por el temor a los trabajadores y en segundo lugar, porque es una
burguesía rentista y fugadora de capital, que vive de la diferencia abismal
entre el costo de producción y el precio internacional de esas materias primas
y de los alimentos en el país con respecto al mundo, pues cuenta con tierras fértiles y
abundantes recursos minerales
Para ello fue necesario endeudar al país, que esa
plata la fugue la casta dominante enriqueciéndose y que la deuda la pague el
pueblo argentino. Con ese fin, debe forzadamente aceptar priorizar vender al
extranjero por encima de la producción y su venta al mercado interno.
La Argentina pudo tener problemas de falta de ingreso genuina y de estrangulamiento del sector externo en algunos años del siglo XX cuando una tasa sostenida de crecimiento del PIB hizo que crecieran más las importaciones que las ventas al exterior.
Sin embargo eso no es cierto en el siglo XXI
ya que si tomamos desde el año 2000 hasta el año 2022 inclusive, las exportaciones
superaron las importaciones en 271.192 millones de dólares, divisas que se
emplearon para pagar deuda y fugarla y, eso explica que residentes argentinos
tengan a su nombre, una suma equivalente en el exterior y que, la deuda externa
pública bruta sea de 397.788 millones de dólares al 31 de marzo de 2023.
Es la matriz productiva la que genera el modelo extractivista, el modelo agropecuario exportador y es esa matriz la que engendra la extrema pobreza, por desocupación y mal pago y, la extrema riqueza, por apropiación de la renta y con ello, la destrucción del aparato productivo.
El ejemplo de las empresas Livent,
Río Tinto, Allkem, Integra Recursos Naturales SA (José Luis Manzano es su
presidente), etc., en la explotación del litio de nuestra puna lo corrobora
tajantemente. Se constituye la Mesa del Litio, por los gobiernos de las
provincias de Catamarca, Salta y Jujuy y la Cámara Argentina de Empresarios
Mineros (CAEM) quienes se reunieron en abril 2023 y acordaron revisar (sine
die) las enormes utilidades que la explotación del litio genera, y que -según
datos del año pasado- el mercado internacional pagó 60.000 dólares por la
tonelada del mineral que tiene un costo de producción de tan solo 5.000 dólares
en nuestro país.
Usan la poca agua de la región, la contaminan, como
contaminan el aire y la tierra, expulsan a los pueblos originarios y pagan en
pesos solo el 3% (en realidad es menos porque deducen gastos de transportes y
otros) sobre los 5.000 dólares la tonelada.
Cambiar la matriz productiva
Para salir del circuito de extrema pobreza y extrema
riqueza es imprescindible cambiar la matriz productiva, lo cual exige un
preponderante rol del Estado en las políticas que debe llevar a cabo,
principalmente, la de sustitución de importaciones y la de mejorar la
composición de las exportaciones. El Estado debe ser el proveedor de
financiamiento por la vía de obtención de divisas o por permitir sustituir con
producción local las importaciones (ahorro de divisas).
No puede haber un destino nacional y común, con el
grado de pequeñez, de prebendarismo y de miopía de la burguesía que tenemos, sino solamente con un Estado consciente, con un plan y que asegure la participación de la
población (los canales y los instrumentos de participación), un Estado que pueda poner los
límites y obligar a cumplir las leyes, a la vez que sea capaz de conducir
hacia una sociedad más justa, más inclusiva y más igualitaria...Y ésto, en
nuestro país, ha sucedido pocas veces, las más, o son gobierno impuestos por los
grandes empresarios y la embassy o, son funcionales y temerosos del poder
económico.
Para volver a reimplantar el modelo rentístico fue necesaria la deuda que es a la vez una fuerte restricción y con ello un mecanismo de dominación. En el gobierno de Cambiemos se incrementó en más de 100.000 millones de dólares y cuando el ministro Guzmán le pregunta al empleado de Clarín, Marcelo Bonelli, a dónde se había ido esa deuda, la respuesta obvia: se fugó. Pasó a engrosar el capital que los ricos del país tienen en el exterior. Sin embargo, la está pagando el pueblo argentino, por ahora los intereses, dado que el FMI a cada vencimiento de la cuota trimestral de capital del stand by concedido nos otorga un préstamo a 10 –diez- años, convirtiéndose en un crédito de facilidades extendidas. Y a su vez el canje de deuda realizado con los “bonistas” (tenedores de títulos de deuda externa) el 31 de agosto de 2020, acuerda que se le abonen los intereses de la deuda, pero el capital comienza a amortizarse en cuotas desde el segundo semestre 2024.
El camino elegido para pagar esa deuda que benefició a
una minoría rentista y parasitaria, lo explica el embajador Marc Stanley, quien
aseveró el 30 de agosto de 2022 en la Cena Anual del Centro de Estudios
Americanos en la Argentina (CEA): "La Argentina puede abastecer de energía
al mundo y alimentarlo para poder ayudar a recuperar y hacer crecer a su propia
economía (...) El yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén tiene un potencial para
atraer inversiones adicionales desde los Estados Unidos, generar más
exportaciones para la Argentina, estabilizar su economía, y proveer aliados
alrededor del mundo con muchas más fuentes de energía que tanto se
necesitan."
Esto es, en lugar de usar esas fuentes naturales de energía nosotros, para nuestra producción y trabajo, quiere que se la vendamos y a precio vil (por eso presionan permanentemente con la devaluación de nuestra moneda) a ellos.
La propuesta del FMI
Cristina Fernández de Kirchner en su discurso de
inauguración de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner, en la Ciudad de La
Plata el 27 de abril de 2023, afirmó: “Porque es una política enlatada.
Enlatada que se aplica como una receta monotemática a todos los países. El
acuerdo con el FMI es inflacionario. Fíjense el momento en que se firma el
acuerdo y fíjense cómo se dispara la inflación a partir de la firma del acuerdo
cuando se pierden herramientas y entonces tenemos que la tasa de devaluación
tiene que acompañar a la inflación en un país de economía bimonetaria como el
nuestro, donde el principal causante de la disparada de los precios es la
variación del dólar. Es algo que no les entra a los técnicos del FMI en la
cabeza porque, también, admito que es difícil entendernos a los argentinos.
Entonces se quieren aplicar políticas enlatadas que, además, no solamente en
Argentina, en realidad las políticas del FMI no han dado resultado en ninguna
parte”.
Y ahora es peor, tras haber producido la corrida del 10
de abril de 2023 al negarle un crédito puente a la Argentina de solo 5.000
millones de dólares, un país que sufrió la fuerte sequía que impactó en unos
20.000 millones menos de exportación (que va a recuperar en la cosecha
2023/2024), con lo que el dólar paralelo (blue, negro, informal, como quiera
llamarse) se incrementó en un 25% en un día (pasó de $ 390 a $ 490), ahora, en
la modificación del acuerdo firmado en marzo de 2022 plantean que el dólar
oficial se devalúe para reducir la brecha con el precio del dólar paralelo.
La Argentina es el país más barato de América del Sur
y pretenden que los salarios, los activos y toda la producción se deprecie aún
más, solo para que la deuda externa sea impagable (es en dólares) y el capital
externo pueda comprar por menos divisas, más recursos naturales.
De manual de economía: devaluar no nos hace más
competitivos porque el precio de los granos, de las carnes, del petróleo, del
gas, del oro, del cobre, del litio, de los minerales raros, etc., se fijan en
los mercados internacionales. No es que vamos a vender más barato; vamos a
vender al precio fijado en dólares para beneficio de los exportadores (200
empresas representaron en el año 2022 el 70% de todas las ventas externas) que, por la devaluación, se les acrecienta, en la Argentina, el poder adquisitivo de
esos dólares, en pesos.
El impacto es en el
mercado interno argentino en el que existe una relación inversamente proporcional
entre el valor del dólar y el valor del salario.
Si el
precio del dólar sube el salario real se cae:
Como en torno al 70% de
lo que se produce en el país (pese a Menem, a Macri y a Alberto Fernández) se
vende al mercado interno (depende de la capacidad adquisitiva del salario) y,
se vende al exterior básicamente lo mismo que se consume (consumimos
relativamente poca soja, pero la soja reemplaza a otros cultivos y a la cría de
animales, incrementando su precio por dejarle menor hectáreas de tierras y no
las mejores), con lo que por buscar que los salarios en dólares en la Argentina
sean menor que en Brasil (objetivo explicitado por Paolo Rocca de Techint y
Cristiano Ratazzi de FIAT) entramos en una recesión que va a ser tan profunda
como será la caída del poder adquisitivo de los que trabajamos.
Obviamente que impulsar actividades primarias
extractivas y agropecuarias, con un mínimo grado de industrialización (y eso,
en el mejor de los casos), es de por sí una definición contra el trabajo y la
creación de valor.
La propuesta nacional y popular
El camino a elegir debe ser el opuesto, esto es:
a) Dejar de depreciar nuestra moneda, la devaluación ya la hizo el gobierno de Cambiemos cuando de abril a julio de 2018 el tipo de cambio paso de valer casi $20 a casi $40 por dólar. Y lo continua este gobierno que empezó el 10 de diciembre de 2019 con un dólar oficial de $62 y el 30 de junio 2023 ese precio es de $267.
b) Priorizar que el destino principal de la producción de alimentos y bienes y servicios estratégicos sea el mercado interno y, luego, los saldos exportables que se vendan afuera, imponiendo severos cupos de exportación.
c) Aumentar los Derechos de Exportación (retenciones) de todos los productos primarios y sus derivados al 35%, con lo que se desacopla la relación precios internos y precios externos y se consigue recursos para el fisco
d) Fijar un salario mínimo vital y móvil mensual[1] que se vaya acercando a la Canasta Básica Total del INDEC que para una familia constituida por matrimonio y dos hijos, en mayo 2023 fue de $217.916 [2].- Ídem con las jubilaciones y pensiones
e) Ejecutar un vasto Plan de Obra Pública, que se financia con parte de las Leliq y Notaliq (letras y notas de liquidez del BCRA) que ascienden a 12 billones de pesos, para disminuir la desocupación y poner en marcha la reactivación de la economía argentina. Este plan de construcción tendrá dos componentes fundamentales: el primero consiste en la construcción de viviendas populares y el apoyo a planes de autoconstrucción, mientras que el segundo está basado en la obra pública de infraestructura.
[1] El SMVyM de mayo 2023 fue de $ 84.512.
[2] La Canasta Básica Total no contempla el costo
de la vivienda, Cuando los alquileres se incrementan en junio 2023 contra junio
2022 en un 104%.
Horacio Rovelli
Horacio Rovelli es Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires.
Profesor a cargo de la asignatura Política Económica de la Facultad de Ciencias
Sociales (UBA), y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional
en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Miembro de la Comisión de Economía
de la Fundación Estado, Trabajo y Producción (FETyP).
Fuente: https://infonativa.com.ar/matriz-y-modelo-productivo-y-distributivo-1.html