El Observatorio Astronómico de Ampimpa estrenó un nuevo telescopio, un sueño largamente anhelado que viene a acrecentar la oferta científica, astronómica y turística en este espacio demandado por argentinos y viajeros de todo el mundo. El nuevo telescopio amplía la potencialidad de observación de los astros.
La inauguración estuvo encabezada por el director de la
institución, Alberto Mansilla, y contó con la participación de la
vicepresidenta del Ente Tucumán Turismo (ETT), Elena Colombres Garmendia, quien
celebró esta apertura que genera expectativas al sector turístico de la
provincia.
“El (telescopio) que teníamos
hasta ahora es galáctico y nos permite ver objetos más cercanos, mientras que
el telescopio nuevo nos permitirá observar tanto objetos galácticos con una
mayor resolución y detalle, como objetos extragalácticos, que están más allá de
las distancias de nuestra galaxia, a millones de años luz”, explicó el profesor Mansilla, quien no pudo
ocultar la satisfacción de llevar a la realidad un proyecto que durante la
pandemia estaba solo en papeles.
Celebró haber liderado un equipo de ingenieros tucumanos “para tener
este telescopio tan importante para la provincia”.
Desde la
perspectiva turística, y teniendo en cuenta que este espacio afianza el desarrollo
del astroturismo, Colombres Garmendia elogió la visión y la apuesta de
tucumanos “que buscan generar propuestas valiosas y diferenciales”.
“El Observatorio brinda una experiencia única que
complementa a la oferta tradicional. Estamos habituados a ver el paisaje,
nuestro entorno, a interactuar con la gente, pero pocas veces miramos el cielo
del lugar que visitamos, y este tipo de vivencias son transformadoras de por
vida”, manifestó la funcionaria.
La vicepresidenta del ETT enfatizó que el turismo
es sinónimo “de trabajo, de desarrollo, oportunidad y transversalidad”. “Esta
nueva experiencia que coronamos hoy implicó la intervención de muchos tucumanos
de otras áreas que se unieron gracias al turismo”, sostuvo.
En el mismo sentido, Mansilla destacó la
importancia del turismo para la generación de empleo y el arraigo de un pueblo
en su lugar de origen. Es que uno de los principales colaboradores del profesor
es integrante de los pueblos originarios que habitan el valle y fue reconocido
por el ingeniero tras 38 años de servicio.
“Estamos en tierras originarias y tenemos su
permiso para estar instalados aquí. Somos fuente de mano de obra y trabajo como
es el caso de Julio Nieva, nuestro principal guía dentro de las instalaciones.
Además, estamos formando a los niños de la comunidad para que puedan
convertirse en guías también”, contó el directivo.
Intercambio cultural y científico
En el marco de la apertura, el Observatorio firmó un acuerdo
de cooperación con su par de Kiryat Shmona, dependiente de la Agencia Espacial
Israelí (ISA).
El convenio busca que grupos de jóvenes
estudiantes puedan profundizar sus estudios uniendo los cielos del hemisferio
sur con los del norte a través de estos miradores astronómicos.
“Muy pronto recibiremos al primer contingente de
jóvenes israelíes y esperamos programar a la brevedad el primer viaje a Israel
con chicos tucumanos”, anticipó Mansilla.
Un homenaje a la amistad y la pasión por la ciencia
El nombre que lleva el flamante Observatorio tiene un sentido muy especial. Carlos Neiman, amigo y discípulo de Mansilla, que decidió emprender el estudio de la astronomía en una edad avanzada como un aficionado, fue homenajeado en una ceremonia en la que participó su hijo, Fabián.“Es un día de plenitud y gratitud”, señaló y agregó que su padre "hubiese querido estar aquí hoy".
"A través de mi papá, Alberto honró a todos los astrónomos aficionados, que miran el cielo con asombro y piensan en el cosmos, su inmensidad, en el Universo que habitamos”, se explayó.
En 1985, en ocasión del
paso del cometa Halley, un grupo de entusiastas viajó al Valle Calchaquí para
observar el paso del astro, que tiene un ciclo de 76 años. En ese grupo se
encontraban, entre otros, Mansilla y Neiman. Se montó el primer telescopio, la
cúpula y una cabaña refugio en la zona donde hoy se encuentra este emblema
científico y turístico.
“El Halley se fue, pero a Tucumán le quedó un Observatorio”, resumió Fabián Neiman.