Argentina y Países Bajos
se han enfrentado cinco veces en los Mundiales de Fútbol, pero ningún recuerdo
es más trascendente que el del Mundial de 1978, cuando las cámaras del país
europeo se enfocaron en esas mujeres que reclamaban por sus hijos desaparecidos
en la represión militar. En la foto, manifestantes neerlandesas
sostienen un cartel con la frase "solidaridad con los desaparecidos en
Argentina", durante una protesta en Países Bajos contra el régimen militar
argentino, en mayo de 1980.Sepia Times (Getty Images)
Escribe: Andrés Burgo
Aunque el partido entre Argentina y Países
Bajos de este viernes por los cuartos de final de Qatar 2022 será el primer
enfrentamiento bajo la nueva denominación del país europeo, la Albiceleste y la
vieja Holanda jugaron cinco veces en Mundiales, cuatro de ellos en fases
decisivas, ninguno más trascendente que la final de Argentina 1978 que le
dio a los locales su primer título. Sin embargo, en esa Copa del Mundo jugada a la sombra de la
dictadura de Jorge Rafael Videla, los holandeses le hicieron a la Argentina
un aporte mucho más trascendente que cualquier rivalidad deportiva. Fuera del
campo de juego, los periodistas neerlandeses enviados a Buenos Aires dieron a
conocer al mundo la lucha que las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, hasta
entonces invisibilizadas en su país, realizaban en búsqueda de sus hijos y
nietos desaparecidos. También un futbolista holandés, Wim Rijsbergen, visitó la
Plaza de Mayo; Holanda fue una de las dos únicas selecciones –junto a Suecia-
que permitió que alguno de sus jugadores se acercasen a las mujeres convertidas
en un símbolo de los derechos humanos.
Desde 1977, al año siguiente del comienzo de
la última dictadura en Argentina, un grupo de madres y
abuelas marchaba con pañuelos en sus cabezas cada jueves. De casualidad, el
día que comenzó el Mundial en otro lugar de Buenos Aires, el estadio de River
Plate, el 1 de junio, también fue jueves. Un periodista holandés de la revista
Vrij Nederland, Frits Barend, decidió no acudir al partido inaugural, entre
Alemania Federal y Polonia, sino a la Plaza de Mayo –frente a la Casa Rosada,
el Palacio de Gobierno argentino— para entrevistar a quienes eran llamadas “las
locas de la plaza”. Barend hizo su reportaje y en los días siguientes alertó a
otros enviados extranjeros. Su compatriota Jan Van der Putten, de la televisión
pública holandesa (el canal VARA), acudió al jueves siguiente a la Plaza de
Mayo. Allí estaban, otra vez, como siempre, las Madres y Abuelas.
Esas
imágenes están en YouTube y son impactantes. En rigor, solo tienen un pequeño
desliz en fechas: suele decirse que son del 1 de junio, el día de la
inauguración del Mundial, pero en realidad pertenecen al jueves siguiente, el
8, según precisa el periodista Matías Bauso, autor del libro Historia oral
del 78: “El 1 de junio no había casi nada gente en las calles porque la
dictadura decretó asueto por la ceremonia inaugural. Al jueves siguiente ya
había circulación normal y entonces, detrás de las madres y abuelas, se ven los
oficinistas de un día laboral. Esa es la nota que tuvo tanta repercusión”.
Una sola
pregunta de Van der Putten (“¿Qué pasa, señora?”) arrancó el descargo de las
madres. “Queremos nuestros hijos, que nos digan dónde están”, suplicó una.
“¿Por qué no nos dicen a nosotros si están vivos, si están muertos?”, maldijo
otra compañera de lucha. Un policía intenta desarticular la entrevista. “¿No
ven que
dicen que tenemos un Mundial en paz?”, le dice una madre a Van der Putten,
que había sido corresponsal en Argentina entre 1973 y 1976, el año del Golpe
militar, cuando debió salir del país porque habían desaparecido algunos de sus
amigos. El periodista neerlandés decidió regresar en 1978 porque vio en el
Mundial una oportunidad para contar lo que, sin el fútbol, habría sido
imposible.
– El
gobierno dice que ustedes son mentirosas- insistió Van der Putten.
– ¿Nosotras
mentirosas? ¿Estamos mintiendo que nuestros hijos desaparecieron?
– ¿Cuántas
son ustedes?
– Miles en
todo el país.
Las Madres de la Plaza
de Mayo, durante una protesta en octubre de 1982.Horacio Villalobos (Getty
Images)
Entonces
tomó la palabra Marta Alconada, Madre de Plaza de Mayo, y le pidió a Van de
Putten que trasladara al resto del mundo lo que ocurría en una Argentina sin
libertades. “Tenemos desesperación porque ya no sabemos a dónde concurrir. En
todas partes nos rechazaron: consulados, embajadas, iglesias, nos cerraron
todas las puertas. Por eso les rogamos a ustedes, ¡son nuestra esperanza, por
favor ayúdenos!”, suplicó la militante por los derechos humanos, fallecida en
2007. Enseguida, aquel 8 de junio de 1978, llegó la policía argentina para
dispersar a las manifestantes y otra madre le pidió a la cámara de VARA: “Digan
ustedes que acá no se respetan los derechos humanos”.
Ese
material, inédito en el mundo hasta entonces, sería enviado a través de un
piloto de la aerolínea Lufthansa con el que Van der Putten tenía confianza, y
con el tiempo se convertiría en una entrevista icónica. La dictadura siguió
secuestrando personas en pleno Mundial, al punto que se estima que hubo más de
50 detenidos -desaparecidos- entre el 1 y el 25 de junio de 1978, pero
materiales como el de la televisión holandesa sirvieron para que otros países
del mundo supieran realmente qué pasaba en Argentina. Los militares habían
organizado el Mundial para mostrar un país en paz, en el que se respetaban los
derechos humanos, pero ocurrió al revés: en el extranjero se tomó conciencia
del terror. Nadie con mayor simbolismo que las Madres y Abuelas de Plaza de
Mayo.
“Fue una
buena ocasión: utilizar el fútbol como cobertura para hacer reportajes sobre el
drama social. El fútbol me aseguraba cierta impunidad. Los militares tomaron el
Mundial como pretexto para mostrarle al mundo lo lindo que era el país”, dijo
Van der Putten al diario Tiempo Argentino, en 2019, a sus 77 años. “Fue
gracias a los periodistas que vinieron por el Mundial que tuvimos nuestros
primeros grupos de apoyo”, recordó Mercedes de Meroño, vicepresidenta de Madres
de Plaza de Mayo, en 2013.
Luis Galván y Rob
Rensenbrink disputan un balón durante la final del Mundial de Fútbol de 1978,
en el Estadio Monumental Antonio Vespuci, en Buenos Aires.VI-Images (via Getty
Images)
Hebe de Bonafini habló en 2018, cuando Arie Haan
y Ernie Brandts, dos futbolistas de Países Bajos que habían participado en el
Mundial 1978, regresaron a la Argentina y se sumaron a la marcha 2087 de Madres
en Plaza de Mayo: “No sé si en ese momento tomaron real dimensión. Éramos un
pequeñísimo grupo de mujeres desesperadas, con nuestras tres mejores Madres
asesinadas, violadas, torturadas y tiradas vivas al río. Estuvimos en la Plaza
el día del inicio del Mundial, nadie nos conocía, nadie hablaba de nosotras, ni
siquiera del asesinato de las Madres, pero ustedes hicieron que el mundo nos
conociera”, dijo entonces la cofundadora de Madres, fallecida el 20 de
noviembre pasado.
Van der
Putten volvió a hablar, en 2020, con la agencia Télam. “Fue parte de una larga
serie de entrevistas y encuentros cargados de dramaticidad. Solo después de
muchos años me enteré de que era una entrevista icónica”, agregó el periodista
neerlandés que le dio al Mundial 78 el mejor sentido posible.
Fuente: https://elpais.com/deportes/mundial-futbol/2022-12-09/el-dia-que-la-prensa-holandesa-desafio-a-la-dictadura-argentina-para-dar-voz-a-las-madres-de-plaza-de-mayo.html