Se reconfigura el mapa electoral con la primera certeza: Cristina no será candidata. ¿Cómo queda el oficialismo? ¿Qué hará Juntos por el Cambio? ¿Y Milei?
“No voy a ser candidata a nada”. Cristina Kirchner despejó una de las principales incógnitas de cara a las elecciones de 2023 y dejó abiertos los caminos para recalcular el escenario político con el que los argentinos irán a las urnas el año próximo.
Es quizás la decisión más importante en términos electorales para 2023. Con el paso al costado de la vicepresidenta, quien en un efusivo descargo tras la condena que recibió en la causa por la atribución indebida de obra pública a Lázaro Báez aseguró que no participará como candidata, se esclareció la principal decisión en el oficialismo.
Sin Cristina en carrera, en el Frente de Todos barajan y dan de nuevo. El presidente Alberto Fernández mantiene, tal como lo dijo públicamente, su intención reeleccionista pese a que las encuestas no le dan cifras que lo convaliden. Y además cuenta con el rechazo del kirchnerismo duro, sus principales socios, que no lo ven para esa aventura. Corrida “la jefa” podrían poner un candidato a competir: ¿Wado de Pedro? ¿Kicillof?
Mientras tanto se espera una definición de Sergio Massa, aún más preocupado por domar la inflación, conseguir dólares y estabilizar la economía. Se dice que el ministro podría lanzarse solo en caso de que la suba mensual de los precios tenga un 3 por delante.
También suena por allí el nombre de Daniel Scioli, quién podría replicar la figura de candidato de cohesión de las diversas tribus que cohabitan en el oficialismo.
Y ahora se anotó Juan Grabois. Ya había avisado que solo dejaría los pies dentro del FDT si Cristina era la candidata. No acepta ni a Alberto ni a Massa. Los movimientos sociales son uno de los pilares del oficialismo, por lo que un quiebre puede ser caro.
Cristina podrá no ser candidata, pero eso no la deja sin poder. Su posición seguirá siendo determinante en el armado de la estrategia electoral del actual oficialismo, especialmente si se mantiene unido.
En la oposición hay otros problemas, no menores. Juntos por el Cambio tiene tantas internas como candidatos. La relación entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica está en momentos de inestabilidad.
Elisa Carrió marca la cancha, y el macrismo responde. “No somos lo mismo”, se diferencian en el PRO cuando los comparan con el kirchnerismo por las relaciones promiscuas entre dirigentes, jueces y fiscales. El escándalo de Lago Escondido no es menos grave que la condena a Cristina Kirchner.
Tantas veces el macrismo tuvo que salir a diferenciarse del kirchnerismo, por casos muy parecidos, que es difícil pensar otra cosa. Deberían concentrarse más en explicar lo propio, que apuntar el dedo acusador para la vereda de enfrente.
Mauricio Macri no termina de decir qué hará. El expresidente tampoco tiene buena imagen como para aspirar a volver al poder. Firmes por ahora se mantienen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
El problema para el jefe de Gobierno porteño, que por estas horas está en Estados Unidos, es que su ministro de Seguridad, Marcelo D'Alessandro, quedó involucrado con rol protagónico en el cuestionable cónclave en las tierras que ocupa el multimillonario Joe Lewis. Y en cambio, Bullrich hace campaña desde el llano, sin ataduras por las responsabilidades de gestión.
Mientras tanto el radicalismo exige su parte dentro de JxC. Quiero un papel relevante en la fórmula presidencial de 2023 y allí hay nombres como los de Gerardo Morales y Alfredo Cornejo para competir.
Expectante queda Javier Milei. El economista y diputado liberal se perfila como la “tercera vía”, recogiendo el voto de los desencantados de uno y otro lado de la grieta. Las encuestas ya lo ubican con una intención de voto que llega a superar el 20%.
Interesante posicionamiento teniendo en cuenta que en general las fuerzas alternativas no vienen pudiendo lograr consolidarse en elecciones consecutivas. No pudo el socialismo cuando salió segundo con Hermes Binner; tampoco había podido Francisco de Narváez cuando derrotó al kirchnerismo; y le costó también a Massa luego de fundar el Frente Renovador.
La gran pregunta es si Milei tiene la fuerza y estructura suficiente para aprovechar el descontento y llegar a un desempeño electoral que al menos lo ponga en un balotaje frente al candidato de una de las dos fuerzas principales. Y, obviamente, si después podrá ganarlo.