Escribe Carlos A. Villaba
Hoy
la gente habla de ‘lawfare’ o ‘fake news’ como si no hubiera sucedido, hace muchos años esa mancuerna de los poderes judiciales y mediáticos, que
nunca fueron tan importantes como ahora, con el control que tiene el imperio
sobre ellos.
Stella
Calloni, periodista y escritora latinoamericana
Durante
72 horas distribuidas en 9 jornadas, un grupo reducido de abogados, estudiantes
de Derecho, periodistas y gente con mucho tiempo para no hacer nada, siguió por
las redes digitales judiciales de la Argentina el relato interminable y, por
leído, violatorio del protocolo que rige para los alegatos, que presentaron dos
fiscales federales contra la ex presidenta de la Nación, actual vicepresidenta
y lideresa de uno de los movimientos político sociales más importante de
Latinoamérica y el Caribe, Cristina Fernández de Kirchner.
Kirchner a lo largo de 12
años.
Como final de la telenovela,
el lunes 22 de agosto, el fiscal Luciani se dio el gusto de pronunciar la frase
que pretende estampar en los mármoles del Poder Judicial más desacreditado de
la región: “Señores jueces, este es el momento. Es corrupción o justicia” y no
se olvidó de reclamar la pena de prisión efectiva de 12 años para la ex
mandataria que, desde hace tiempo, afirma que ese pedido estaba firmado antes
de empezar el juicio.
Y se produjo un cimbronazo,
no solo o no tanto, en los tribunales federales, sino en la fibra adormecida de
muchas y muchos argentinos que vienen penando, tras la peste neoliberal de 2016-2019
y después de los dolores producidos por la pandemia de Covid 19 (que arrancó
casi en simultáneo con el regreso del peronismo al gobierno nacional), con una
inflación que consume los salarios y hacen imposible pensar más allá de mañana,
que no es un tiempo metafórico sino una realidad de 24 horas.
Cristina Fernández pidió
volver a declarar en sede judicial; tenía el derecho a responder “novedades”
importadas de otras causas que los fiscales transformaron en nuevos argumentos
en la causa abierta por su gestión de la obra pública. Se lo negaron “in
limine” que, por si alguien no lee latín, quiere decir “ipso pucho”, una
construcción de la picaresca argentina que combina el “ipso facto” con el
“sobre el pucho”, una de las tantas denominaciones que se le da al cigarrillo.
Y ahí no más, sobre el mismo pucho, incluso antes de que Cristina avisara que rompería el cerco judicial y el silencio expresivo con un contraalegato a las pocas horas, si había algo aletargado, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, dirigentes políticos y sociales y gremiales... empezaron a moverse…
Los propios jueces que operan en función de los intereses de las grandes corporaciones, quienes no se ponen colorados aunque los nombren como supremos camaristas por decreto y se autovoten para presidir la máxima magistratura judicial o sus mecanismos de contralor, les tocaron la inercia, le dieron un envión al cansancio y pusieron en movimiento temblores que se sabe dónde empiezan pero, jamás, donde terminan.
Esa noche de lunes el corazón
urbano del liberalismo no pudo dormir; muchísimas personas taparon la bronca
del puñado que llegó hasta la vereda del departamento de la vicepresidenta para
insultarla. Al día siguiente salió al balcón del Senado, siempre acompañada,
ahora de miles, y pidió que cantaran la Marcha Peronista, nada de consignas de
grupo, reclamó el himno que, desde el 17 de octubre de 1945, constituye la
banda sonora de la lucha de las mayorías.
Una vez más, Cristina
Fernández de Kirchner caminó hacia el centro de la escena política nacional,
precisamente lo que los mandantes de los fiscales (jugadores de fútbol en
canchas de Mauricio Macri, amigos de los jueces que presiden la misma causa en
la que ellos acusan) tratan de evitar. Mala para ellos.
Antes, Cristina presentó su alegato y aunque le negaron la potestad constitucional de hacerlo en Tribunales, respetó las normativas, no leyó, solo se acompañó de transcripciones tomadas de la misma documentación de la fiscalía, solo que le buscó la cara oculta, aquella que muestra que los principales interlocutores de aquel ex funcionario corrupto no eran los amigos suyos o de su esposo fallecido (Lázaro Báez solo registra 6 llamadas).
Por el contrario el “hermano
de la vida” de Mauricio Macri, Nicolás “Nicky” Caputo, a quien le transfirió
empresas cuyo manejo eran incompatibles con la función presidencial, registra
109 apariciones, con evidentes señas de fraternidad y sociedad de negocios, en
la misma tira de mensajes usada para acusar a Cristina Fernández a partir de
frases como las mencionadas “Para que la Sra Nva” y “Tome decisiones”.
La ex mandataria no se privó
de instalar la secuencia que hasta la Reserva Federal estadounidense para
confirmar que uno de los fajos termosellados de dólares que aparecieron en los
bolsos que López llevó al convento habían sido enviados al Banco Finansur,
entidad que integraban el propio Macri y el operador judicial Daniel Angelici.
Afilada y sin dudar,
Fernández de Kirchner afirmó que “Donde uno aprieta sale pus, tiene razón el
fiscal Luciani; la pus de ellos, los macristas», para sentenciar que “eran
ellos los dueños de esos 9 millones de dólares que le habían pagado al (ex)
secretario de Obras Públicas», motivo por el cual no se avanzó en aquella
investigación.
Asociación Ilícita
Para cualquier
hispanoparlante, alegar significa exponer argumentos o razones en apoyo de
“algo”; sin embargo, para un fiscal implica otra, sencilla, cosa: la
culminación de un debate previo en el que se presenta la prueba producida,
después del cual se expresan las conclusiones al juez para que resuelva. Es
decir, alegar no es discursear, filosofar, poetizar, atacar, sermonear,
defender y, muchísimo menos, “condenar”, a quien goza del principio de
inocencia. Es algo mucho más fácil donde, en función de la investigación previa
y pertinente, se argumenta en favor de determinada sentencia.
El problema de la fiscalía
federal es que, ante todo, las decisiones de un gobierno no son judiciables,
son aplaudidas o reprobadas electoralmente por la ciudadanía. Su traspié,
también, es haber incorporado de manera extemporánea elementos de causas
paralelas. Su error, además, es haber apelado a la figura de la “asociación
ilícita”
La “asociación ilícita” fue
muy utilizada por las dictaduras cívico militares, junto a las detenciones con
desaparición de persona; la aplicaban para eludir la investigación de “delitos”
en general no cometidos, pero que, con presentar a las víctimas como
pertenecientes a determinada organización declarada ilegal, les alcanzaba para
condenarlas, ya que la norma afirma que se reprimirá con prisión “por el solo
hecho de ser miembro de la asociación”.
En el caso presente, los
acusadores tratan de convencer a los jueces de que tres gobiernos, de dos
presidentes, constitucionales, elegidos por millones de ciudadanas y
ciudadanos, en realidad no constituyen otra cosa que una decisión previa de juntarse,
convencer a un pueblo para que los voten, una, dos, tres veces, y delinquir
desde las instituciones que les concede el modelo republicano de gobierno a
quienes se imponen en comicios nacionales.
Tal vez haya que darle la
palabra al macrista experonista Miguel Angel Pichetto, compañero de fórmula
presidencial de Mauricio Macri, hoy enemigo acérrimo de CFK, quien afirmó “no
veo elementos contundentes que puedan cerrar la figura porque no es concebible
considerar a un gobierno democrático desde el primer día como una organización
delictiva, me parece un poco mucho que un Gobierno se constituya para
delinquir». Alertó, además, que «hay precedentes de la Corte Suprema”, “el
(artículo) 210 es una figura difusa y difícil de acreditar».
Hechos
Los medios que simpatizan con
Cristina Fernández hacen hincapié en la diferencia conductual de quienes
participan en actos realizados por liberales y antiperonistas con sus propios
seguidores: odio, bronca, desprecio, muerte, en los primeros, entusiasmo,
alegría, fiesta, crítica, en los segundos. En general la descripción coincide
con la realidad, también a lo largo de las jornadas de lunes y martes pasados.
Sin embargo, en esta oportunidad se produjo algo distintivo, como fue la
coincidencia entre los motivos que expresaban los manifestantes “cristinistas”
y la explicación que dio ella sobre los motivos de su “persecución” o del
”pelotón de fusilamiento mediático-judicial” en su contra.
Desde la calle, cada vez que
el periodismo preguntó por los motivos que llevaron a hombres y mujeres a salir
a la calle en defensa de la ex presidenta, la inmensa mayoría se pronunció por
hechos concretos, tal vez menudos pero significativos para cada vida: la
primera computadora, la jubilación de la mamá o el papá, la tarjeta para el
colectivo, ir a una universidad pública y gratuita del conurbano, la compra de
electrodomésticos, comer mejor…
Con el vuelo característico de su discurso, la aludida, desde el Congreso, les habló a esas mismas personas, les anunció que “No vienen por mí, vienen por ustedes, por los salarios, de los trabajadores, jubilados, (des)endeudamiento».
Levantó aún más la vara al denunciar que el fiscal «Pide 12 años de prisión por los 12 años de nuestro gobierno, el mejor gobierno que tuvo la Argentina en las últimas décadas. Por eso me van a condenar», y desglosó componentes que considera mojones de aquellas gestiones, como memoria, verdad, justicia, terminar con la tutela del FMI, acabar con las AFJP privadas y volver al modelo jubilatorio estatal, sus gestiones en YPF y en la reserva hidrocarburífera de Vaca Muerta, el “salario de los laburantes”, la obra pública, de la que enrostró a sus jueces como una “formidable gestión de gobierno”.
Las aguas del río se
movieron. Su decurso lo mostrarán los hechos; por lo pronto, Cristina Kirchner
consideró que este no es un juicio en su contra sino que “es un juicio al
peronismo», «un juicio a los gobiernos populares”. Frente a su saludo desde el
balcón, humilde, sobre cartón recogido del suelo habrá alcanzado a leer, las
letras sencillas que daban visibilidad a una “Corte de la Suprema Corrupción”.
* Periodista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (https://estrategia.la/) Miembro de La Usina del Pensamiento Nacional y Popular (http://www.usinadelpensamientonacional.com.ar)