Las autoridades locales confirman que el presunto tirador, de 18 años, fue abatido por la Policía. El ataque se ha producido en un colegio de primaria en la localidad de Uvalde, de unos 16.000 habitantes.
Hace 10 días fue en un supermercado de Buffalo (Nueva York). Ahora en una escuela de Uvalde (Texas). La locura de las armas a manos de un adolescente psicótico volvió a dejar un reguero de sangre en EEUU, solo que esta vez dolía aún más: 18 niños del colegio de primaria Robb, su maestra, y otros dos adultos, cayeron bajo el gatillo de un joven que fue abatido por la Policía.
«Es despreciable, es peligroso, ¡esto tiene que acabar!»,
colgó en Twitter el ex presidente Barack
Obama tras la matanza de Buffalo. Ayer debía de estar tan furioso que no
sabría ni qué decir. La matanza de Sandy Hook en Newtown (Connecticut), en la
que murieron durante su mandato 20 niños de entre 6 y 7 años, además de seis
adultos, fue la única ocasión en la que se le vio llorar. El presidente prometió
entonces a los padres que haría todo lo que estuviese en su mano para aprobar
legislación que honrara esas muertes previniendo otras, pero fracasó. Joe Biden, entonces vicepresidente, fue
el encargado de utilizar su experiencia de 36 años en el Senado para convencer
a los legisladores. Ayer la herida del fracaso político desgarraba a muchos.
«¿Qué estamos haciendo aquí?», gritaba desde el micrófono
del hemiciclo el senador de Connecticut, Chris
Murphy, que entonces puso todo su corazón en ayudar a Biden en esa empresa.
«¡Para qué estamos aquí!», repetía. «Os lo suplico, me pongo de rodillas,
trabajemos juntos para evitar que esto siga sucediendo. En ninguna parte del
mundo los niños van al colegio temiendo que les peguen un tiro».
Hasta
el 30 de abril de este año, EE UU habría registrado 202 tiroteos, con un
balance de 221 víctimas, incluidos los atacantes. Los tiroteos se multiplicaron
en Estados Unidos durante 2021. Según datos recabados por el FBI, hubo 61
frente a los 40 de 2020. En ellos murieron 103 personas y más de otro centenar
resultaron heridas.
El nuevo Newtown se llama Uvalde
No es una localidad de suburbios aburguesados en Nueva
Inglaterra, sino una pequeña población de 16.000 habitantes en el sur de Texas,
a hora y media de la frontera con México. El 70% de la población es hispana. Se
desconoce si el atacante la eligió por eso, como ocurriera con Payton Gendron,
que condujo dos horas hasta Buffalo para dar con un barrio netamente
afroamericano en el que no errar el tiro.
El presunto asesino, un joven de 18 años, y que
presumiblemente mató a su abuela antes de cometer la masacre, no podrá
contarlo. Dos policías resultaron heridos en el enfrentamiento. Otra maestra de
66 años y una niña también fueron alcanzadas por las balas y fueron ingresadas
en estado crítico.
El gobernador de Texas, Gregg Abbot, lo calificó de «terriblemente incomprensible», pero
para muchos estadounidenses lo incomprensible es que sus gobernantes no hagan
nada para frenar esta orgía de sangre.
«Necesitamos acción, estamos muriendo mientras
esperamos», dijo en un comunicado la organización 'March for our Lives',
fundada por los supervivientes de otra masacre escolar, la del Instituto
Marjory Stoneman Douglas, en Parkland (Florida). «¿Es que nuestra vidas no
significan nada?», se preguntaron. La masacre del colegio Robb es la mayor
desde la de Parkland en 2018, donde murieron 18 estudiantes.
Un único atacante
El presidente interrumpió su gira en Asia para dirigirse
al país, los equipos de fútbol americano abrieron los partidos con unos minutos
de silencio, la NBA emitió un comunicado de condolencias y la bandera de la
Casa Blanca volvió a bajarse a media asta.
El jefe de policía de Uvalde dijo en conferencia de prensa que «hasta este momento» todo indica que el asesino actuó solo, pero no proporcionó más detalles hasta que se informe a los familiares de las víctimas. Las cámaras recogían ya escenas de madres desgarradas a la puerta del colegio.
Fuente: https://www.elcorreo.com/internacional/eeuu/ninos-muertos-heridos-20220524222051-ntrc.html