Personalidades de
diversos ámbitos difundieron una carta pública en la que convocan a apoyar el
gobierno y a frenar el avance de la derecha y el neoliberalismo. "Hay
decisiones que un dirigente debe tomar porque son necesarias para el país",
destaca el texto.
Un colectivo de figuras públicas de diversos sectores sociales, incluidos funcionarios, instaron este domingo a la "unidad para fortalecer a nuestro Gobierno y a nuestro Presidente", Alberto Fernández, y a la "unidad para construir la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día de los trabajadores y sus familias".
"Hay decisiones que un dirigente debe tomar porque son necesarias para
el país y el bienestar de la población, aunque a veces pueden no ser
convenientes para su capital político o su futuro electoral. La historia está
repleta de ejemplos", advirtieron en el pronunciamiento.
Y afirmaron: "Seamos capaces, todos y todas los que nos sentimos
parte del frente nacido en 2019 gracias a una decisión histórica, de seguir
inventando una política que nos pueda conducir a la construcción de un país más
justo".
"La unidad del campo popular en tiempos difíciles"
El siguiente es el texto completo del documento:
"Una pregunta nos convoca y nos exige encontrar las respuestas
imprescindibles: ¿Cuál es la mejor estrategia para enfrentar en la etapa actual
a las fuerzas de la derecha, la ultraderecha y el neoliberalismo que se
muestran activas y con una fuerte capacidad de interpelación social? En el
amplio espectro progresista, del campo popular y de las izquierdas, este debate
está a la orden del día en varios países como consecuencia, entre otros
factores, del impacto de los dos años de pandemia y, ahora, de lo que significa
la guerra que lanza hacia un territorio de incertidumbre la vida colectiva en
la geografía planetaria. A partir de la "oleada" de 2015 y 2016 que
produjo el golpe contra Dilma, el triunfo de Trump, el ascenso de la derecha en
Gran Bretaña y la derrota electoral en Argentina, se ha iniciado un ciclo
marcado por la inestabilidad global, por triunfos y derrotas de ambos proyectos
antagónicos y por una enorme dificultad de generar sustentabilidad a todos los
proyectos políticos.
Estamos en una época donde toda estabilidad se vuelve precaria y provisoria. Su
figura dominante y excluyente es la del "cisne negro". En el inicio
de aquel ascenso de la derecha hubo quienes postularon que sólo con una
radicalización equivalente el campo popular podía volver a construir mayorías.
Sin embargo, hasta ahora ningún proyecto de esas características pudo triunfar
ni en Europa ni en América Latina. Más bien, los triunfos electorales y otros
posibles triunfos populares en otros países están inexorablemente marcados por
la construcción de la unidad más amplia posible.
Ahora bien, esa unidad plantea tensiones, porque no salda el debate, sino que
hace que se despliegue en un nuevo marco: ya sea como proyecto electoral o como
gobierno. Con la pandemia, los avances electorales de la ultraderecha y el
debilitamiento de la integración regional en América del Sur, no se encuentran
experiencias nacionales de radicalización política comparables a algunos casos
de las primeras décadas del siglo. Siempre es necesario saber leer los signos
de cada momento histórico, no como un ejercicio de resignación o de
posibilismo, sino como forma de desplegar acciones que logren sostener y hacer
avanzar a los proyectos populares.
Salvo el caso de Chile desde 2019, tampoco hay fenómenos de movilización social
y política comparables a lo sucedido en aquellos años en Venezuela, Bolivia,
Ecuador o Argentina. Y el gran triunfo de Boric requirió del apoyo de una
amplísima coalición.
Todas esas dificultades se agravan porque en varios casos la unidad vive
procesos de tensión y podría terminar en un proceso de alta fragmentación.
Donde eso ocurra -y esta es nuestra principal preocupación, aquello que motiva
este escrito- habrá un camino expedito para el retorno del neoliberalismo,
seguramente en una versión acentuada y con mayor potencia destructiva, más allá
de las formas que asuman coyunturalmente las candidaturas. En un momento de
alto cansancio y desgaste social por crisis profundas, la política
transformadora necesita evitar que esos debates aparezcan como desconectados de
ese malestar.
Es decir, el campo nacional y popular necesita abrir un debate amplio y franco
acerca de la sostenibilidad del proyecto político. La política consiste en
crear posibilidades y en diseñar nuevos caminos. Sin embargo, esa creación
surge de las vivencias y las movilizaciones de la sociedad. Las ideas y la
voluntad no sólo deben encontrarse con las demandas sociales. Es la sociedad,
con sus creencias, sus organizaciones, sus disputas culturales, la que
establece posibilidades y límites de esos procesos, tanto en términos
económicos como políticos. Los pueblos no son entidades metafísicas.
Constituyen experiencias históricas concretas, hechas con personas de carne y
hueso, que sufren el impacto de los dispositivos de la dominación, las enormes
dificultades de un tiempo de incertidumbres y precariedad. Los
"otros" también juegan y lo hacen con una mezcla de astucia, poder de
fuego inmenso y capacidad de construir sentido común.
El hecho de que las experiencias populares anteriores sean tan cercanas en el
tiempo tiene un papel doble. Por un lado, permite la existencia de una memoria
social, al menos en un sector relevante. Por otro lado, puede provocar la
ilusión de que sería deseable y posible regresar a aquellos momentos, cuando en
política no existe forma de regresar. La memoria de lo vivido, sus enseñanzas,
son un activo en nuestra tradición política. No pueden ni deben convertirse en
formas ejemplares y absolutas como si entre ellas y nosotros nada hubiera
sucedido. Hace pocos años se vivieron momentos épicos y hoy no hay una
situación épica. Por eso, aquí y ahora, hay una situación que conviene
comprender mejor, incluso para detectar errores tácticos y técnicos.
Cuando miramos la historia, muchas veces nos preguntamos si ante disyuntivas
históricas, todos los actores tenían plena conciencia de lo que se encontraba
en juego. Si hubieran apostado de la misma manera a un cambio de raíz de haber
sabido cómo se desenvolvieron finalmente los sucesos históricos. Y aquí las opiniones
siempre estuvieron divididas. Ha habido quienes creen que se trata de plantar
banderas con la voluntad, aunque eso derive en enormes derrotas, creyendo que
así se construirá en otra etapa una victoria. Ha habido quienes prefieren
amoldar la estrategia para construir cambios más paulatinos y han sido
criticados por realistas o posibilistas. Y por último ha habido quienes en
nombre de la resignación se han plegado en cada situación a los vientos que
corrían.
Creemos que hay que asumir los riesgos concretos que nuestras sociedades
desiguales tienen en la situación actual. En términos globales, hay que dar
pasos firmes y concretos sabiendo que vendrá más adelante una nueva oleada, más
profunda si somos capaces de no desperdiciar lo que ahora estamos sosteniendo,
con grandes dificultades. Pero si esa oleada dependiera sólo de la voluntad
este debate no tendría sentido. Esperar a tiempos mejores incluso tomando el
riesgo de grandes derrotas no puede ser hecho sin asumir el propio lugar en las
consecuencias calamitosas sobre la vida de las trabajadoras y trabajadores, de
las consecuencias desastrosas (incluso de pocos años neoliberales) sobre
generaciones.
La etapa marca la necesidad de ampliar la imaginación política y desplegar un
programa de reformas sociales que en cada país pueda acompañar las dinámicas de
las propias sociedades. El optimismo de la voluntad es clave para construir
hegemonía, para que una multiplicidad de demandas pueda articularse en un
gobierno popular. La construcción de mayorías y de sentido común requiere de
una estrategia compleja, donde la propia diversidad es un potencial enorme.
Unidad para defender la democracia y los derechos humanos. Unidad para repudiar
la persecución política contra líderes populares y, ahora mismo, contra la violencia
inusitada contra nuestra vicepresidenta en el Congreso. Unidad para construir
la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día
de los trabajadores y sus familias. Unidad para fortalecer a nuestro gobierno y
a nuestro Presidente.
Cuando la unidad entra en riesgo, el resultado es incalculable. Frente al odio,
templanza. Ante las minorías excluyentes, construcción de mayorías. Ante los
propios deseos, intenso diálogo con los sectores populares. Ante los propios
errores, reparación. Nadie es dueño, como le gustaba decir a Néstor Kirchner,
de la verdad absoluta. En la diversidad, en las discrepancias, en los acuerdos,
en "las verdades relativas" y en la voluntad de tensionar
creativamente la unidad está nuestra fuerza allí donde compartimos un ideal
emancipador común.
Estamos atravesando una etapa de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos.
Hay que asumir los ritmos de una realidad veloz y cambiante y trabajar para
crear otras posibilidades. Si se preservan identidades para otra etapa quizás
se encuentren con un futuro catastrófico que hoy no es fácil imaginar pero que
acecha en el horizonte si nos resignamos a descuidar lo que hoy tenemos. El
deber de la hora es sostener los proyectos progresistas y populares, fortalecer
a esos gobiernos contra las arremetidas de las derechas, crear ámbitos para que
la diversidad pueda desplegarse y tener siempre muy claro dónde está la
contradicción principal.
Hay decisiones que un dirigente debe tomar porque son necesarias para el país y
el bienestar de la población, aunque a veces pueden no ser convenientes para su
capital político o su futuro electoral. La historia está repleta de ejemplos.
La moderación no es buena o mala en sí misma. Quizás en países híper estables
la moderación puede ser hasta una identidad. En América Latina no. Es una
opción táctica en una etapa específica. Hay momentos en la historia en los
cuales la moderación puede ser transformadora y la radicalización impotente.
En otras condiciones objetivas, en cambio, intensificar las acciones
transformadoras es la clave de un proyecto popular. Seamos capaces, todos y
todas los que nos sentimos parte del frente nacido en 2019 gracias a una
decisión histórica, de seguir inventando una política que nos pueda conducir a
la construcción de un país más justo".
Firman:
Alejandro Grimson - Jorge Alemán- Dora Barrancos -
Ricardo Forster - María Seoane – Eduardo Jozami – María Esperanza Casullo –
Juan José Gianni - Adriana Puigrós - Edgardo Mocca – Graciela Morgade - Eduardo
Aliverti - Diego Golombek- Carolina Mera – Daniel "Tano" Catalano -
Lila Pastoriza – Claudio Marín- Cecilia Todesca Bocco - Roberto Follari - Ana
Castellani - Jaime Sorín - Elina Malamud - Fernando Peirano – Sabina Frederic -
Pablo Semán - Nahuel Sosa - Cecilia Gómez Mirada- Ricardo Rouvier - Lucía Perl
- Claudio Ingerflom - Adrián Cannellotto - Rubén Zárate - Gerardo Adrogué -
Martín Unzué - Edgardo Esteban - Tatián Diego - Sol Prieto - Guillermo Carmona
- Matías Cerezo - Cristina Caamaño- Luis Kon - Alejandro Tarruella - Jorge
Mancinelli - Sebastián Etchemendy - Agustín D' Attellis - Francisco
"Tete" Romero - Carlos Freytes - Jorge Battaglino - Juan O'Farrell -
Phillip Kitzberger - Sergio De Piero - Walter Wallach - Eduardo Villalba –
Alejandro Vanoli - German Lodola - Armando Ledesma - Cecilia Abdo Ferez -
Josefina Chávez - Fernando Melillo - Roxana Perazza - Teresa Laura Artieda -
Pedro Nencini - Silvia Giambroni - José Luis Rachid - Aldo Lo Russo - Addis
Ricardo - Patricia Raquel Redondo - Adrián Niron - Nilda Corral - Mariano
Venturini - Cecilia Sleiman - José Gabriel Migueles Chazarreta - Guillermo
Justo Chaves - Sofía Lafuente - Laura Gold - Fabiana Rousseaux - María Inés
Fernández - Cecilia Raquel Flores - Federico Escribal - Abelardo Vitale - Guido
Giorgi - Nicolás Tereschuk - Victoria Banegas - Miguel Cuberos - Silvia Zerillo
- Oliveira Mijarez - Jorge Andrés Mendoza Madrid - Gabriela Lauretti - Oscar
Rodríguez - Águeda Pereyra- Hernán Pombo - Luis Butierrez - Andres Dmitruk -
Rubén Rodríguez - Mónica Tabera - Cristina María Inés Peralta - Mariano Faraci
- Silvia Mónica González Parma - Gustavo Seijo - Enzo Nicolás Abreu - Selva
Fund - Norberto Ferrari - Alfredo Benialgo - Celeste Montechiarini - Paula
Meschini - Sebastian Adrian -Alejandra Perez Feulien - Orlando Pablo -Mancebo
Cristina - Mariano Zukerfeld - Adrián Díaz - Graciela Bisignano - Adela
Carvajal - Ernesto Dmitruk - Alejandra Muro - Paula Sestua - Bernardo Cortés
Márquez - Stella Maris Fernández - Iliana Prieto - Fiocco Rosanna - Jorge Sad Levi
- Myriam Perez - Federico Casiraghi - Susana Zunino - Jorge Gaña - Ana Gastaldi
- Leandro Boero - Rosa Blanquer - Valeria Niemes - Lidia Bracco - Verónica
Vitullo - Mariana Roqueiro - Zunino Elena - Pérez Moncunill, Laura - Norma
Monica Kisel - Guillermo Federico Flesca - Silvia Battistuzzi - José Antonio
Bernabe - Jorge Fernández - Cristina Gallardo - Edith Fernández - Lidia Ferrari
- Edith M. Fernández - Marcelo J. Fernández Oriol - Laura Inés Miguel Villar -
Quadrini, Claudia - Germán Carina - Claudio Steinmeyer - Fernández María Elena
- Jorge Cordi Brons - Andrés Ponce de León - Pérez Uxio - Chaves Carlos Alberto
- Santiago Bustelo - Sofía Thisted - Monica Cohendoz - Gabriel Suárez - Martín
Rogani - Juan Quintero - Stella Maris Quinteros - Andrés Waisman - Sergio
Roberto Márquez - Julián López - Juan Reginato - Fabián Moreira (siguen las
firmas).
Fuente: Telam