El Papa encomendó a la Virgen los pueblos de las naciones en conflicto, para que puedan acordar el fin de los combates. En nuestro país, monseñor Oscar Ojea bregó por "el don de la paz" en esos países, al presidir una misa en la basílica Nuestra Señora de Luján.
El papa Francisco criticó este viernes la "guerra
atroz" en Ucrania y advirtió por el peligro nuclear que se puede
desatar si escala el conflicto originado por la invasión rusa, al encabezar
en el Vaticano una ceremonia para orar por el fin del conflicto frente a más de
5.000 personas, oración que fue replicada por los obispos de todo el mundo.
"En estos días siguen entrando en nuestras casas noticias e imágenes de
muerte, mientras las bombas destruyen las casas de tantos de nuestros hermanos
y hermanas ucranianos indefensos", planteó el pontífice durante la
celebración en la Basílica de San Pedro, en la que encomendó a la
Virgen los pueblos de Ucrania y Rusia para el fin del conflicto.
"La guerra atroz que se ha abatido sobre muchos y hace sufrir a
todos, provoca en cada uno miedo y aflicción. Experimentamos en
nuestro interior un sentido de impotencia y de incapacidad", agregó luego
el pontífice.
Según calculó ante la consulta de Télam el vocero papal Matteo Bruni, unas
3.500 personas acompañaron al Papa dentro de la Basílica y otras 2.000 lo
hicieron desde las sillas dispuestas en la Plaza San Pedro.
"En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente
llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a
ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y
consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso,
que con afecto filial la veneran como Madre", planteó Francisco,
mientras el Vaticano desplegó inusuales medidas de seguridad para controlar el
ingreso de los fieles.
"No se trata de una fórmula mágica, sino de un acto espiritual. Es el
gesto de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra
cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, depositando en su
corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a ella", agregó el
Papa.
En la oración dedicada a la Virgen, Francisco enfocó su preocupación en
que se preserve "al mundo de la amenaza nuclear", en su primera
intervención pública sobre el peligro atómico desde el inicio del conflicto
hace más de un mes.
LA IGLESIA ARGENTINA SE SUMÓ A LA ORACIÓN
La celebración se realizó en el marco de la consagración de Ucrania y Rusia al
Inmaculado Corazón de María que realizó el papa Francisco desde el Vaticano y a
la cual se unió la Iglesia argentina.
"La guerra en Ucrania representa también la violencia ideológica que reina
en nuestra sociedad ejercida sobre el que no piensa ni siente como
nosotros", afirmó Ojea durante su homilía.
De la misa en la ciudad bonaerense de Luján participaron el secretario de Culto, Guillermo
Olivieri; el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor
Miroslaw Adamczyk y varios embajadores.
"Hoy unidos al Santo Padre -dijo Ojea- queremos consagrar especialmente al
pueblo ucranio y al pueblo ruso a sus entrañas de Madre".
El titular del Episcopado sostuvo que la Virgen María quiere más hoy "a
las víctimas de la guerra hasta que llegue la paz, a quienes salieron
forzosamente de su patria hasta que regresen, a los soldados del frente de
batalla hasta que se reencuentren con sus familias, a los heridos y mutilados
hasta que sanen, a los niños que hoy lloran sin entender hasta que vuelvan a
sonreír y regresen a sus escuelas y a sus juegos, y a los que han endurecido su
corazón y querido esta guerra hasta que se conviertan".
"Por eso unidos junto al Papa presentamos
y consagramos a María a aquellos que su corazón quiere más en este presente, a
todos los hermanos y hermanas que están llevando el peso tremendo del
sufrimiento causado por la injusticia y la barbarie de la guerra", agregó.
Para el obispo, "todos formamos parte de este mundo y todo esta
interconectado, por eso de algún modo todos tenemos también algún grado de
responsabilidad en el clima de violencia que vivimos cuyo punto culminante es
en este momento la guerra".
En otra parte de la homilía, pidió "perdón" y rezó:
"Señor Jesús, Hijo de Dios, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de
nosotros; señor Jesús, muerto en brazos de la mamá en un bunker de Karkiv, ten
piedad de nosotros; señor Jesús, enviado al frente con 20 años, ten piedad de
nosotros; señor Jesús que todavía ves manos armadas a la sombra de tu cruz, ten
piedad de nosotros; perdónanos si estas manos que has creado para custodiar se
han transformado en instrumento de muerte".
En el inicio de la misa por la paz, Ojea explicó que "el relato de Caín y
Abel es para la Biblia el origen de la guerra. Un hermano es asesinado por la
mano del otro. Esto refleja la violencia de la conducta humana que se verifica
desde los comienzos de la historia".