El ex presidente de Brasil le brindó una entrevista exclusiva a Télam y a la TV Pública en la que hizo referencia a los desafíos que enfrenta la región. "No hay que entregarse, no podemos desistir jamás", aseguró.
POR BERNARDA LLORENTE
Ignacio Lula da Silva es una de las grandes figuras latinoamericanas. De las
que marcan no sólo un pensamiento, sino que definen la historia. Hoy
representa, entre muchas otras cosas, la gran lucha contra la desigualdad en un
mundo cada vez más desigual e injusto, y también la ética, la fortaleza, la
superación en términos humanos. Su figura es sinónimo de esperanza para
millones de brasileras y brasileros, según lo demuestran las encuestas en
su país. Pero él no habla de candidatura aún.
Mientras tanto camina y construye acuerdos en Brasil y en el mundo.
Su reciente gira europea lo demuestra. Como lo confirma su intensa visita a la
Argentina que concluye con esta entrevista exclusiva para Télam y la TV
Pública, poco antes de regresar a su tierra.
¿Qué hacer en la etapa que viene? ¿Cómo imaginamos el mundo pospandemia? ¿Cómo
imaginamos que la región más desigual del planeta, que es América Latina, puede
sortear esta historia y este destino y proyectarse para adelante?
Lula da Silva, dos veces presidente de Brasil, reflexiona ante los medios
públicos de la Argentina sobre estos temas y otros. En sus respuestas hay lugar
para la autocrítica, pero sus palabras hablan más de futuro que de pasado. Así
lo dice: “Tengo un enorme deseo de recuperar a Brasil”.
-Télam: ¿Cuáles son sus prioridades y cuál va a ser su rol en este decisivo 2022?
-Lula: Mi papel es intentar organizar las fuerzas de izquierda y las fuerzas democráticas con el objetivo de terminar con el actual gobierno de extrema derecha. Aunque en realidad Brasil no tiene gobierno. Tengo un enorme deseo de recuperar a Brasil. Cuando yo gobernaba, era la sexta economía del mundo, crecía de manera extraordinaria, generaba muchos empleos y las personas eran felices. Y eso vale para Brasil y para América latina. Si soy candidato y gano las elecciones intentaré reorganizar a Sudamérica porque hay algo sagrado: tenemos que convenceros de que individualmente nosotros somos frágiles y débiles. Tenemos que unirnos en un programa de desarrollo, involucrando a universidades, empresarios, sindicatos, y creando instituciones multilaterales fuertes, para hacer un contrapeso a la guerra fría entre Estados Unidos y China. Debemos recuperar posibilidades y hacer diferencia como bloque. Sueño con eso.
"Mi papel es intentar organizar las fuerzas democráticas para terminar
con el actual gobierno de extrema derecha", expresó Lula (Foto: Diego
Levy).
-Los límites a la construcción de esa alianza es la defensa de los principios democráticos. Y la alianza se construirá en base a un programa que despierte en el pueblo trabajador la seguridad de que la economía va a crecer y que tendrá más empleo y que va a disfrutar los beneficios de ese crecimiento. Yo tengo un compromiso. Sé que es una gran responsabilidad porque si vuelvo a ser presidente debo hacer más de lo que hice y también más de lo que fue mi contribución a la integración de Sudamérica.
-En el comienzo de mi gobierno (por el año 2003), la gran discusión que había en América del Sur era la implementación del ALCA. Pero no era posible aceptar el ALCA porque no tenía en cuenta a los países más chicos, era casi un acuerdo netamente entre la industria brasileña con la industria norteamericana. En aquel momento, todo el flujo comercial con Argentina era de sólo 9000 millones de dólares. En el 2011 nosotros ya teníamos 39.000 millones de dólares (de flujo comercial con Argentina), o sea 30.000 millones más. Y ahora sólo tenemos 16.000 millones. Es muy poco. Es necesario que los países más grandes ayuden a los países más chicos facilitando el comercio, haciendo que las empresas puedan instalarse en los países, y producir para exportar para nosotros mismos.
-Una alianza electoral no es lo mismo que una coalición de gobierno.
¿Cuáles serían los ejes de esa coalición a la hora de gobernar?
-Yo tengo un problema. Sólo puedo volver a ser presidente de Brasil para
mejorarle la vida al pueblo. Tengo que crear más empleo, terminar con la
desigualdad. Ya lo hicimos una vez y podemos hacerlo de nuevo. Tengo un lema:
una cosa es poco dinero en la mano de muchos, eso se llama distribución de
riqueza; otra cosa es mucho dinero en la mano de pocos, se llama concentración
de la riqueza. El éxito de Brasil y de la Argentina es hacer que los pobres
tengan recursos para que se conviertan en trabajadores y consumidores, y cuando
el pobre se convierte en consumidor, cuando puede comprar comida, ropa, un
auto, y la economía avanza. Los pobres son la solución, no el problema. Tengo
esa misión en mi consciencia. Mejorarle la vida del pueblo. El pobre tiene que
estar en el presupuesto. Cuando el Gobierno se sienta en la mesa para elaborar
el presupuesto tiene que saber cuál es la parte de los pobres. Porque si se lo
deja a lo último, esperando ver lo que sobra, no va a sobrar nada. Sé que si
gano las elecciones voy a tener un año para trabajar con Alberto Fernández y
vamos a poder probar que seremos capaces de presentarle al mundo una propuesta
de desarrollo que pueda darle dignidad a nuestros pueblos. Tenemos que crecer
haciendo que el pueblo crezca. Nadie quiere que las personas permanezcan como
pobres, lo que nosotros creemos es que salgan de la pobreza, se conviertan en
clase media y puedan consumir lo que producen. Ese es el sueño de todos y es mi
sueño.
(Foto: Cortesía Ricardo Stuckert).
-Tuvo logros en sus mandatos, pero después el establishment brasileño se
unió para que no tuviese una tercera presidencia. ¿Qué cambió para que ahora sí
tenga chances?
-La sociedad brasileña hoy en día sabe que un juez brasileño, junto a una parte
del ministerio público, se unieron al Departamento de Justicia de Estados
Unidos para intentar hacer una política de destrucción de aquello que era el
éxito de Brasil: Petrobras. Porque habíamos descubierto la mayor reserva de
petróleo del siglo XXI y habíamos decidido que el petróleo era del pueblo
brasileño. Pero las petroleras del mundo no lo aceptaron nunca. Otro objetivo
fue nuestra industria empresarial de ingeniería, que estaba ocupando un espacio
extraordinario en todos los continentes. Cuando yo gobernaba, Brasil tenía una
industria naviera que tenía 3000 trabajadores y pasó a tener 82.000
trabajadores y se destruyó, para comprarles barcos a China, a Corea, a
Singapur. El PBI industrial de Brasil era del 30%, hoy en día es de sólo el
11%. Como Argentina, Brasil también está desindustrializándose, y cualquier
acuerdo con la Unión Europea va a ser posible si los europeos reconocen que
Argentina, que Brasil, que Bolivia, que Uruguay, que Paraguay, que todos estos
países tienen el derecho de industrializarse para poner más valor agregado a lo
que producen.
-En la CGT, usted contó que sólo tres diputados en Brasil representan al
Movimiento Sin Tierra mientras 300 legisladores a los empresarios rurales.
¿Cómo se logra que la representación social se convierta en representación
política?
-Para tener un gobierno progresista es necesario que le digamos al pueblo de
manera sistemática que es necesario que el voto sea más o menos combinado.
Entonces, si vos votás un Presidente de la República y creés en ese Presidente,
tenés que votar en el Congreso que piense más o menos de la misma manera,
porque si no las ganas del Presidente no solucionan el problema.
-¿Cómo se sintió en la Plaza de Mayo y cómo se sintió en la visita a la
CGT?
- Hay algo que yo quería decir es que es necesario sacar la palabra
"desistir" de nuestro diccionario. No podemos desistir jamás.
Nosotros tenemos que creer siempre. El ser humano tiene que volver a creer que
puede hacer las cosas. El Gobierno debe levantarse pensando "puedo hacer
las cosas". No tenés que entregarte a los razonamientos "ah, está
difícil, no puedo hacer nada". Así es mejor ni levantarse de la cama. Yo
eso lo aprendí mucho con mi madre. Jamás desistió. Y en la Plaza de Mayo sentí
una alegría inmensa porque hacía mucho tiempo que no hacía una actividad en una
plaza pública. Visitar la Casa Rosada fue mi primera aparición pública y fue
realmente muy impresionante. Me vuelvo a Brasil con la seguridad de que vamos a
encontrarnos Brasil y Argentina. Ambos países merecen crecer y, para eso, deben
estar juntos. Cuando Brasil y Argentina se encuentran, ayudamos a Sudamérica y
a América Latina.
Fuente: Telam