A las 23.04 del
sábado 10 de julio, cuando Lionel Messi (mejor jugador de la “Copa América
2021”) y Neymar da Silva Santos Júnior (mejor jugador de Brasil en esa
competencia) se dieron el abrazo más extraordinario de la historia del fútbol
mundial, en el país sede del negocio del “circo sin pan”[1]de
la Conmebol se producía el fallecimiento número 532.887 causado por la
Covid-19, que ya registraba 19.069.003 contagios.
Escribe: Carlos Villalba
Después de veintiocho años, el fútbol mayor argentino triunfaba en una final, contra Brasil y en el Maracaná. El Obelisco porteño recibía el abrazo de una modesta multitud y estallaba la alegría en distintos lugares del país, con justicia y por encima de la visión ciega de la cultura bancaria,en la que “lo único que vale es ganar”, llevada al absurdo por el bilardo-simeonismo para el que “el segundo es el primero de los últimos".
Un año antes, Alejandro Domínguez, mandamás paraguayo de la Conmebol
(Confederación Sudamericana de Fútbol) , había logrado filtrarse entre los
presidentes participantes de la cumbre del Mercosur, con la excusa de presentar
el ”protocolopara la vuelta del fútbol”. El economista graduado en la Escuela
de Negocios de la Universidad de Kansas e involucrado en el marketing y la
comunicación desu país, coló en el zoom regional y se apresuró a presentar al
fútbol como “un bálsamo necesario para todo lo que necesitarán nuestros países
para recuperarse de este duro golpe” de la pandemia.
Negacionismo y negocios
Meses después, la prédica, mascarón de proa de los negocios que genera la
pelota, hizo que el continente, con muertos y contagiados por coronavirus en
aumento, se transformase en Libertadores, eliminatorias y Copa. La
Confederación impuso sus criterios por encima de los sanitarios y, en el caso
de Colombia, sin importarle la protesta social y la represión estatal, al punto
de que algunos partidos se jugaron con el estruendo de las balaceras
gubernamentales de fondo y hasta debieron interrumpirse por el castigo de los
gases lacrimógenos.
Al final, Colombia se bajó, empujada por el conflicto generado por las
políticas fondomonetaristas del presidente Iván Duque Márquez. Argentina
hizo otro tanto, al borde del colapso hospitalario generado por la segunda ola
de Covid. Domínguez acudió a Jair Bolsonaro, mandatario brasileño acusado de
fascista, corrupto, homofóbico…, un negacionista que condujo a su país a un desastre
sanitario que, en plena Copa, presentaba una media de 45.000 nuevos
contagios reportados por díae instalaba al país en el segundo escalón de
muertos por coronavirus del planeta.
La información de la Conmebol sobre los contagios fue confusa. Sin embargo,
a once días de competencia,reconocía 166 casos, equivalentes a entre tres y
cuatro delegaciones completas de un torneo en el que participaron diez
seleccionados; presentó ese número como “auspicioso”, con el agravante de
destacar que la mayoría de los afectados “corresponden a personal tercerizado
de apoyo logístico en Brasil, que aún no había sido vacunado, por razones
ajenas a la Conmebol”, es decir, personas de segunda, contra la “absoluta
minoría” de primera, constituida por los jugadores.
La selección de Venezuela fue la excepción a ese escenario: un día antes inaugurar el campeonato con el local Brasil, sufrió 12 casos positivos, que después se elevarían a 14 (10 jugadores y 4 miembros del equipo técnico).
Tampoco es fácil lograr los números totales de recaudación de la Conmebol;
sin embargo, solo con sumar los u$s 350 millones anuales que le reporta el contrato
con IMG-Perform por venta y postventa de los derechos televisivos, un mínimo de
otros 140 que le garantiza la comercialización de la Copa América por parte de
la japonesa Dentsu (quinta red de agencias de publicidad del mundo) y más de 35
millones provenientes de sus sponsors, se llega a los 525 millones de dólares
anuales, que se multiplican con ingresos por las copas Libertadores y
Sudamericana.
Claro, el reparto es fuerte y, por ejemplo, la Argentina de Claudio Fabián
“Chiqui” Tapia, por ejemplo, embolsará un total de 16 millones de dólares por
su participación campeona en Brasil.
La variable de ajuste de la máquina de generar recursos son los jugadores.
La concentración de partidos de esas dos copas de clubes en solo seis semanas
obliga a desplazar por el continente, convertido en uno de los epicentros de la
pandemia, a 64 planteles, sin respetar los cronogramas de cada federación
nacional.
De televisaciones, medialunas y delincuentes
Desde hace décadas, los deportes populares son más espectáculos televisivos
que juegos con multitudes como participantes necesarias. La pantalla es el
verdadero escenario, mucho más en tiempos de pandemia, con cuarentenas y
distanciamiento social.
No por nada, el campeonato que acaba de finalizar no fue la “Copa América
2021” sino la “Conmebol-Copa América 2021”, donde las mayúsculas no son
para el torneo ni para el continente, sino para la empresa organizadora, es
decir, la Confederación Sudamericana de Fútbol, prácticamente oculta tras el
nombre de fantasía adoptado en 2016, en pleno proceso de encarcelamiento y enjuiciamiento
de decenas de “dirigentes” y empresarios.
Muy atrás quedan los orígenes de una asociación creada a instancias del
gobierno argentino para organizar el primer torneo internacional de fútbol del
mundo entre
Uruguay, Brasil, Chile y los anfitriones, en conmemoración del centenario
de su Independencia, una experiencia que conduciría a la primera Copa del Mundo
disputada en Uruguay en 1930.
El periodismo deportivo, en general, prefiere no recordarle a sus
seguidores que sigue viva la investigación del l “FIFAgate”, que tiene contra
las cuerdas a 40 dirigentes y empresarios del fútbol -más los que ya
fallecieron-, 22 de los cuales reconocieron su culpabilidad en alguno de los 92
delitos en las que están implicados y con más de u$s 200 millones en sobornos
aceptados o entregados.
La pesquisa pone en el centro del dispositivo al “co-conspirador número 1″
o“Señor del Fútbol Número 1”, cuyo nombre no se escribe porque falleció antes
de iniciarse el proceso judicial. Sin embargo, hay una sola persona que, en el
período investigado fue presidente de la AFA y vicepresidente senior de la
FIFA, se llamaba Julio Humberto Grondona, a quien el banco suizo Julius Baer
(BJB) admitió hace solo dos meses haberle pagado 30 millones dólares de
sobornos.
Hay otro argentino en la alfombra roja de la investigación: Alejandro
Burzaco, máxima autoridad de “Torneos” hasta que fue denunciado, perseguido,
encarcelado y sentenciado por lavado de dinero, fraude electrónico, crimen
organizado y sobornos. Antes había protagonizado un despiste de película cuando
las autoridades suizas, a pedido de la Justicia estadounidense, apresaron a
siete dirigentes en el lujoso hotel Baur au Lac de Zúrich. Impertérrito y
anónimo, él logró mantenerse pasar desapercibido su mesa de desayuno con
croissants.
En sede judicial neoyorkina reconoció que él y su empresa pagaron alrededor
de 160 millones de dólares en concepto de sobornos a dirigentes de la Conmebol,
para quedarse con las transmisiones televisivas. Declaró que su hermano
Eugenio, siendo el segundo de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad
argentino, le advirtió sobre “instrucciones (que) habían sido dadas a la
Policía de Buenos Aires, la más grande del país, de callarme para hacer que
fuera imposible que dijera cualquier cosa en Estados Unidos, incluso
matándome”, según la transcripción del diario argentino La Nación.
La misma empresa, Torneos, presentada como especialista en “generación de contenidos deportivos”,hoy en manos de DirecTV, volvió a comprar los derechos de televisación y comercialización del torneo.
Detrás del merecido final feliz para los hinchas argentinos, quedan las
sombras de los negocios, las tumbas de las muertes por la peste y hasta los
manejos de una dirigencia futbolística que decidió no contratar un director
técnico para conducir el camino hacia el mundial de Qatar a una de las cinco
principales selecciones de fútbol del mundo.
El citado “Chiqui Tapia” apostó por el tercer ayudante de campo del fracaso
ruso de Jorge Sampaoli. Sin respetar los “códigos” de los que muchos
futbolistas hacen alarde, Lionel Scaloni no siguió el camino de quien lo llevó
hasta la conducción de la Selección Argentina; se quedó, y el sábado 10
de julio, a las 23.04 se abrazó a sí mismo y a los que bordaron la victoria.
Si no hay un terremoto, lo espera el golfo Pérsico, donde ya se
registraron 6.500 muertes relacionadas con las condiciones, denunciadas por
“inhumanas”, del trabajo en obras relacionadas con el Mundial 2022, donde el
show seguirá circulando, después de que los petrodólares llegasen hasta la FIFA
de “Sepp” Blatter y del “Señor del Fútbol Número 1” y los negociosos
inventasen un nuevo lugar para que ruede la pelota, la que “no se mancha” pero
sirve para todo servicio.
Notas
[1] ARAM AHARONIAN: “Copa América: Un circo macabro
sin pan”.
https://estrategia.la/2021/06/01/copa-america-un-circo-macabro-sin-pan/
Carlos Villalba: Periodista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (http://estrategia.la/).
Miembro de La Usina del Pensamiento Nacional y Popular (http://www.usinadelpensamientonacional.com.ar)