Lo deportivo en tercer plano. Después de las bajas de Colombia y Argentina como sedes la Conmebol le pasó la Copa América a Brasil. Tironeos, manoseos e intereses dejan al fútbol muy atrás.
Por Andrés Caviglia
Así cómo de un día para el otro la Copa América quedó en soledad en manos de Argentina, un día (no tan) simplemente, se fue. Así, la madre de todas las competiciones a nivel sudamericano y pasarela de los mejores futbolistas de la historia ha quedado en manos de un Brasil que, en un nuevo desafío de su presidente Jair Bolsonaro a la pandemia, asume la jugada de la complicidad con la Conmebol en medio un estallido sanitario.
En este contexto pandémico, de crisis
sanitarias y estallidos sociales como los que emergen en Colombia (y ahora
podrían aparecer en el nuevo país anfitrión) la Copa América ha quedado
expuesta y desprovista casi de cualquier encanto. La Conmebol le buscó refugio
en medio de un marco de conflicto donde cada parte juega sus fichas en un paso de ajedrez
de extrema tensión.
La política sudamericana en general y las
políticas de la propia Conmebol en particular, han hecho chocar intereses y
prioridades de ambos lados. Mientras Conmebol realizó un acuerdo a mediados de abril con
Sinovac, a través del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, el secretario
de la Presidencia, Álvaro Delgado, el ministro de Deportes, Sebastián Bauzá, y
el embajador de Uruguay ante China, Fernando Lugris, más el presidente de la
AUF, Ignacio Alonso; el resto de los países involucrados en la organización
-Colombia y Argentina- medían la reacción en las calles.
El orden asignado, con Colombia por delante,
tiene que ver con la situación social del país hermano. Con el ejército en las
calles, persecuciones, desaparecidos y muertes ante la decisión del pueblo de
salir a oponerse al ajuste fiscal propuesto por el presidente Iván Duque,
Colombia le siguió abriendo las puertas al fútbol, sin embargo, aquella noche para no olvidar de Copa Libertadores entre
Junior y River y Atlético Nacional- Nacional, fue la gota que rebalsó la copa.
A los pocos días Colombia se bajaba de la organización bilateral de la
competencia y todo quedaba en manos de Argentina.
La Copa América vuelve a Brasil en medio de
una enorme tensión política en el continente y un rápido acuerdo con Conmebol.
Argentina, con las elecciones legislativas en
el horizonte de la urnas, tomó la Copa América como si fuese un gato que saltó
de un techo. Entre la sorpresa y la enorme responsabilidad de asumir la
totalidad del asunto, los discursos en el país fueron tornasolándose hasta el
más oscuro de los destinos.
La presión de Conmebol, que tiene que ver
también con no quedar expuestos ni ante UEFA, ni ante los empresarios chinos de
SINOVAC, involucra el impulso de millones de dólares para las federaciones que
participan en la Copa América y es tan grande que ha llevado al país a una
interna de magnitudes. Una interna donde hoy parece haber ganado la coherencia
sanitaria y la estrategia política. No hay dinero que cubra el costo político
de ponerse la gente en contra en medio de una pandemia. No al menos en
Colombia, no al menos en Argentina.
Será por eso que aquel relanzamiento de la Copa del 13 de mayo tenía tanto tufo a
protocolo forzado. El único animado en aquel escenario era el presidente de
Conmebol, Alejandro Domínguez. Esa tarde de entrevistas virtuales mostró tanto
al presidente de AFA, Claudio Tapia, como al Ministro de Turismo y Deportes, en
un versión incómoda y acartonada. A la distancia, se nota con mayor claridad
que más que desafio, el organizar la Copa América en este marco se parecía más
a tomar una bomba de tiempo.
Sacudida, despeinada, desvaloriazada y mirada
de reojo, la Copa América recae en Brasil como quien se baja por primera vez de
un inescrupuloso zamba. Lejísimos parece haber quedado el acuerdo inicial entre el presidente Alberto Fernández y
Alejandro Domínguez, el visto bueno de Cafiero que declaró que la Copa "no
tenía impacto sanitario".
El presidente Bolsonaro le abre las puertas a
la Copa América y a Conmebol tras las críticas de Macri al oficialismo.
El gran ganador a nivel nacional, parece ser
Mauricio Macri que había señalado como "incoherente" realizar la Copa
América en el país: "Es medio incoherente. Nos encierran, nos llenan de
miedo, nos prohíben hacer millones de cosas razonables y de golpe quieren hacer
un campeonato de fútbol. Es difícil seguir la coherencia de este
Gobierno", dijo en La Noche de Mirtha.
La baja de la sede nacional vino luego de que
el Minsitro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, salga a cruzar a
Macri tras su dichos en el canal del Grupo Clarín. En una entrevista otorgada a
C5N De Pedro le puso paños fríos al desarrollo de la Copa América en Argentina
y de esta forma preparaba la salida de la copa del país al declarar que veía
"muy díficil" que se juegue el torneo debido a la "delicada
situación sanitaria".
Con la pelota en Brasil, la Conmebol respalda
su proyecto de la realización de la copa a cualquier costo con el acuerdo con
Sinovac y el argumento futbolístico como bandera ("si no se juega llegamos
en desventaja y con poca competencia a Qatar") en la tierra del presidente
que llamó "maricones" a los habitantes de su país que le temen al
Covid.
Mientras los melones se van acomodando con el
rodaje, el sabor agridulce de ver al fútbol tan expuesto y manoseado hacen de
la competencia una experiencia casi vacía de atractivos deportivos y saturada
de artilugios políticos y estratégicos. El hecho concreto es que la copa que
supo ser parte de los objetos más hermosos y deseados del contienente cae a
Brasil rodando por una escalera que la resquebrajó hasta casi dejarla sin valor
alguno.
Fuente: https://infocielo.com/deportes/copa-america/copa-america-como-cuando-y-que-se-cayo-pedazos-n712716