En un mensaje con motivo de la Navidad, el Grupo de Curas en Opción por los Pobres hizo un balance de lo ocurrido en 2020 en el país y agradecieron "la presencia del Estado para asistir a los/as más pobres en medio de la pandemia".
Por Mariano Nieva
El Grupo de Curas en la Opción por los
Pobres hizo público un documento con motivo de la celebración de la
Navidad donde entre varios temas, agradecieron el rol de “un gobierno popular”
al frente del Estado y del personal de salud, tanto público como privado, en la
lucha contra la pandemia de coronavirus. Además, elogiaron la sanción de la Ley
al aporte de las grandes fortunas y la renegociación de la deuda contraída por
el macrismo con el FMI (Fondo Monetario Internacional). Hablaron de la
necesidad de una política de acceso a la tierra y a la vivienda para los sectores
populares, volvieron a pedir por la libertad de Milagro Sala y todos/as los/as
presos/as políticos/as. Y citaron al Papa Francisco: “Hundir a un pueblo en el
desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto: así obra la dictadura
invisible de los verdaderos interese ocultos”.
Documento completo:
Mensaje
de Navidad del Grupo de Curas en la Opción por los pobres.
Los
pastores son el símbolo del Evangelio de los más pobres del pueblo. Allí
encuentra Dios corazones dispuestos a recibir la Buena Noticia Del Reino que se
hace Navidad, nacimiento de Dios entre nosotros y nosotras. Son los pobres los
que reconocen esa iniciativa divina, lejos de los palacios y del poder. Una vez
más el nacimiento de la esperanza que es Jesús, Buena Noticia para los pobres,
solo podrá ser reconocida por los pastores hoy.
Es
fin de año y un cierto balance se impone. Hemos transitado un año difícil con
la inesperada pandemia del coronavirus (luego de la epidemia neoliberal
2015-2019). Año “raro” para la vida de nuestras comunidades. Con mucho dolor,
hasta se nos hizo difícil despedir a los que morían: personas cercanas –
familiares, amigas y amigos- y personas importantes y significativas para la
vida de nuestro pueblo.
Una mención entre estas pérdidas la merece la reciente despedida de Diego
Maradona. Nos recordó la “intuición de los pastores”, la intuición del pueblo y
de los pobres. El “pueblo” constituye ese sustrato multitudinario que excede
toda organización y trasciende toda representación. Como aquel 17 de octubre de
1945, fuimos testigos de un “aluvión” que se intentó “organizar”. Pero el
pueblo y los pobres son inasibles. Ellos reconocen quienes los aman y los
acompañan, más allá de toda organización. Diego es de ellos y de ellas, pobres
de la tierra. Quienes anhelamos acompañar y servir al pueblo, más aún ser
sencillamente parte del pueblo, debemos tomar nota.
Esta
pandemia deja al descubierto las expresiones más generosas y las actitudes más
mezquinas del corazón humano. Y reveló sin más la extrema desigualdad en que
vive nuestra Patria (El 34,9 % de los hogares y el 44,2 % de las personas se
encuentran por debajo de la línea de la pobreza al cierre del tercer trimestre
del año, según el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Desigualdad que no inventó el coronavirus. Injusticia social que crece al ritmo
de la concentración obscena de la riqueza en cada vez menos manos.
Nos
pareció importante que un gobierno popular buscara diversas maneras de asistir
a todos los sectores, pero especialmente a los más desprotegidos con planes en
dinero y alimentos. El proyecto hecho ley del “aporte extraordinario a las
grandes fortunas” fue una iniciativa que encontró la resistencia de los mismos
de siempre: los ricos que cuestionó Jesús. Los que acumulan sus impúdicas
fortunas de espaldas al hambre del pueblo. Anhelamos no solo el pan en la mesa,
sino el trabajo digno para conseguir el pan. Anhelamos mayor justicia
social.
También
reconocemos desde el gobierno un enorme esfuerzo por la salud de nuestro
pueblo. Nos conmovieron los agentes de la salud pública y privada que
arriesgaron su vida en un servicio sin descanso (pese a todas las operaciones
“anticuarentena”). Nuestro pueblo sencillo buscó cuidarse y cuidar. Y la
solidaridad brilló más que la mezquinad en los barrios, los comedores y en las
distintas iniciativas por acompañar la vida en los peores momentos. Más aún que
las inmorales operaciones promovidas por los poderes fácticos desde los medios
hegemónicos que, silenciando la devastación que dejó el gobernó cambiemita y
poniendo incluso en resigo la salud de nuestro pueblo, procuraron obstaculizar
todas y cada una de las medidas con las que el gobierno nacional se esforzó por
enfrentar las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la pandemia.
A
esas operaciones respondemos con palabras del Papa Francisco. “El engaño del
‘todo está mal’” es respondido con un”nadie puede arreglarlo”, “¿qué puedo
hacer yo?”. De esta manera, se nutre el desencanto y la desesperanza, y eso no
alienta un espíritu de solidaridad y de generosidad. Hundir a un pueblo en el
desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto: así obra la dictadura
invisible de los verdaderos interese ocultos, que se adueñaron de los recursos
y de la capacidad de opinar y pensar” (Fratelli tuti, n° 75).
La
renegociación de la deuda con los acreedores privados y con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) exigió de una destreza especial. Siempre estará en juego no
solo atender a las exigencias de los que piden esfuerzos de pagos y ajustes
desde “afuera”, sino del pueblo que pide una vida digna aquí “adentro”.
El
tema del “acceso a la tierra y la vivienda digna” se hizo patente en la toma de
Guernica (Provincia de Buenos Aires). “Tierra, techo y trabajo” para todos y
todas debe seguir siendo la consigna. Exige decisión política y proyectos
concretos que no se resuelvan en escritorios sino que se construyan con las
familias que esperan una vida más digna. Las familias pobres, como la de Jesús,
no encuentran más lugar que la de marginales pesebres donde esperar la vida
(cf. Lc 2,7).
Son
muchos los desafíos que tenemos todavía como sociedad. Es preciso un esfuerzo
urgente para comenzar a resolver la brecha de la desigualdad. El cuidado de la
tierra ante la amenaza de negocios voraces que envenenan el suelo, el agua y a
la misma población, consumen los recursos naturales o incendian si se cree
necesario para acrecentar el lucro, exige políticas severas y estrictas. Sigue
pendiente la necesaria reforma judicial que no sólo termine el lawfare o
“guerra judicial”, sino que dé forma a un sistema judicial que tenga como
objetivo proteger la vida y los derechos de los más débiles y vulnerados, mas
que los intereses de los poderosos. Seguimos esperando la libertad de los
presos políticos y expresamos aquí nuestra renovada solidaridad con Milagro
Sala y con todos aquellos y aquellas que siguen presos y presas. Necesitamos
contar definitivamente con fuerzas armadas de seguridad que cuiden del pueblo y
no conformen una amenaza latente: la violencia policial se ha mostrado
“selectiva” en repetidas ocasiones reprimiendo violentamente a los sectores
populares.
Es
preciso y urgente también desarmar la violencia de género: este año hemos sido
testigos de un notable aumento de femicidios y crímenes de odio contra minorías
sexuales. Es responsabilidad de todos nosotros terminar con toda forma de
racismo y xenofobia, encontrar formas de discusión que superen posturas
binarias frente a los debates siempre complejos: celestes/verdes, vida/muerte,
pro/anti; lograr proyectos a mediano y largo plazo que den continuidad a la
esperanza de nuestro pueblo y especialmente de los pobres.
El
balance de fin de año es, para nosotros, un ejercicio creyente: creemos que la
vida y el amor es más fuerte que toda forma de muerte Y, en el servicio a
nuestro pueblo, queremos con él reconocer la esperanza de la Vida que se hace
Niño en el pesebre. ¡Feliz Navidad!
Grupo de Curas en
la Opción por los Pobres / Navidad 2020
Fuente: Agencia Paco Urondo