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Eclipse total de Sol en San Juan (julio 2019). Foto: Guillermo Abramson. |
Por segundo año consecutivo, el fenómeno astronómico surcará el cielo argentino. En esta ocasión, ocurrirá sobre el mediodía del lunes 14 de diciembre, trayendo una noche súbita de dos minutos a distintas ciudades de las provincias de Río Negro y Neuquén.
Escribe Carolina Vespasiano
Una coincidencia cósmica. Una casualidad. O,
según el físico e investigador de CONICET Guillermo Abramson, “simplemente una
cosa que pasa delante de la otra”. Los eclipses totales de Sol, ese momento en
que la Luna pasa exactamente frente a nuestra estrella y cubre por completo su
luz, son de los eventos astronómicos más sencillos que la naturaleza regala.
Sin embargo, lo simple no quita lo extraordinario, y este año tendremos la
chance de disfrutar de cerca su espectáculo.
Este lunes 14 de diciembre, alrededor de las
13 horas, un eclipse total de Sol se verá perfectamente en toda la región que
va desde el Volcán Lanín y Punta del Aguila, en Neuquén, pasando por Valcheta,
Bahía Creek y Las Grutas, en Río Negro. En el resto del país y en toda
Sudamérica también podrá observarse, pero de forma parcial.
“Si bien todos los años hay temporadas de
eclipses, tenemos la suerte de que este pasará por la Argentina al igual que el
que ocurrió en julio de 2019 en la provincia de San Juan. Eso es lo
extraordinario: que haya eclipses totales de Sol en años consecutivos por la
misma región. El del próximo año será en la Antártida y el siguiente que cruce
el territorio argentino va a ser recién en el año 2048”, explicó Abramson en
diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
El
breve escondite de un gigante
Abramson indicó que, a diferencia de otros eventos astronómicos, los eclipses
totales de Sol “no son gratuitos”, ya que, para verlos, “hay que ir a la región
donde suceden”. “La razón para que esto ocurra es una coincidencia cósmica: la
Luna es cuatrocientas veces más pequeña que el sol, pero está cuatrocientas
veces más cerca. Eso hace que el Sol y la Luna tengan el mismo tamaño y que,
durante los eclipses totales, esta pueda ocultar exactamente la parte brillante
de la estrella”.
Según el divulgador, la diferencia entre un
eclipse total y uno parcial es sustancial. “La alineación va a ser perfecta en
una franja que viaja a miles de kilómetros por hora desde el océano Pacífico y,
en Argentina, desde el volcán Lanín, hasta el balneario de Las Grutas”, añadió.
Esa franja dibuja la trayectoria de la punta
del cono de sombra de la Luna, “que barre la Tierra durante el eclipse y apenas
toca la superficie”. Así, quien logra observar el eclipse total es porque está
ubicado en la punta del vértice de ese cono de sombra, una suerte de óvalo de
alrededor de cien kilómetros de diámetro.
Cuando la Luna cubra por completo la
fotósfera del Sol –la parte más brillante- se producirá una noche súbita en
pleno mediodía, que durará alrededor de dos minutos y diez segundos, y que
permitirá ver algunas estrellas e incluso planetas brillantes, como Venus y
Mercurio, del lado izquierdo del Sol, y Júpiter y Saturno del lado derecho.
Pero quizás lo más extraordinario de ese
momento es que, en su apogeo, se podrá ver la corona solar y sus múltiples
rayos en danza. “La corona es la atmósfera del Sol y es una sustancia eléctrica
gigantesca que envuelve incluso a los planetas. El campo magnético del Sol la
acomoda formando tenues filamentos que se ven a simple vista y que, por su
naturaleza dinámica, cambian de forma en cada eclipse”, agregó el investigador.
Algunas recomendaciones
Para poder disfrutar de este fenómeno
astronómico sin riesgos es necesario estar preparado. Mirar fijo al Sol sin
protección puede dañar la vista por acción de sus rayos ultravioletas. En los
momentos previos al eclipse, conviene tener a mano gafas con filtros especiales
para la radiación.
En caso de no conseguirlos, recomendó
utilizar vidrios de máscara de soldar número 12 o superior, que se pueden
adquirir en ferreterías y suelen ser más económicos. Una vez que llega el
eclipse total, hay que quitarse estos protectores para poder apreciar el
evento. En esos instantes, también se puede usar binoculares.
Y, si no se cuenta con ninguna de las opciones
anteriores –y se quiere aprovechar la ocasión para jugar un poco- el experto
recomendó observar el eclipse en el suelo usando un colador, una espumadera o
algún cartoncito calado con agujeros. Proyectando el eclipse sobre una
superficie lisa con estos utensilios, se puede apreciar las fases del fenómeno
sin perderse de nada.
Para Abramson, el espectáculo no sólo se
queda en el cielo, sino que envuelve todo el entorno en el que se encuentren
los observadores. Por ejemplo, adelantó que también hay algo bello para
capturar en el paisaje bañado por ese anochecer repentino, y que, cuando la
corona solar se haga visible, detenerse a mirar las raras sombras que proyecta
sobre los objetos es otra imagen para guardar en los recuerdos.
“Los eclipses son una de las cosas que más
capturan la imaginación de la gente y la razón es que son preciosos. El
eclipse, como fenómeno físico, es una pavada. Sin embargo, así de sencillo como
lo vemos, es capaz de producir uno de los eventos naturales más hermosos y de
conmover profundamente a quien lo vea”, expresó el investigador.
Fuente: Blog de divulgación de Guillermo Abramson: https://guillermoabramson.blogspot.com/