El imputado es Jorge Leonardo Herrera, de 32 años, por el delito de homicidio agravado con alevosía, ensañamiento y criminis causae.
El Ministerio Público Fiscal de Tucumán
informó que el fiscal Carlos Sale, a cargo de la Fiscalía de Instrucción
Conclusional de Homicidios, solicitó la elevación a juicio de la causa por el
crimen del párroco Oscar Antonio Juárez.
El imputado es Jorge Leonardo Herrera, de 32
años, acusado del delito de homicidio
agravado con alevosía, ensañamiento y criminis causae.
El 14 de julio de 2020, entre horas 22:40 y
23:30 horas aproximadamente, Juárez se encontraba en el interior de su
dormitorio de la residencia parroquial de la Iglesia de San Martín de Porres cuando fue asesinado por Herrera.
El homicida, que entró para robar dinero, empuñando
un arma blanca y valiéndose que el sacerdote se encontraba de espaldas, le
causó catorce heridas punzocortantes en diferentes partes del cuerpo,
prolongando deliberadamente los padecimientos de la víctima.
Según la teoría del caso expuesta por el
fiscal Sale, el religioso fue asesinado "a través de un proceso de
apuñalamiento en la espalda, luego un proceso asfíctico incompleto (colocando
cintas de embalaje en la boca) para luego terminar con las últimas puñaladas
que truncaron su vida. Todos estos actos que exteriorizan sadismo y brutalidad
(heridas punzocortantes descriptas en Informe Autópsico)".
Las
cámaras
En el marco de la pesquisa, en el exterior de
la Iglesia se recolectaron grabaciones de cámaras de seguridad cercanas. De
acuerdo al informe técnico confeccionado por el Equipo Científico de
Investigaciones Fiscales (ECIF) del Ministerio Fiscal, la persona que se
observa en esas imágenes posee las características del imputado. "El
vehículo Peugeot blanco de techo oscuro coincide en esas características con
todos los fotogramas de las distintas cámaras en cada uno de los horarios”,
remarca ese informe.
Huellas
Según consta en el requerimiento de elevación
a juicio, resultó de especial relevancia el análisis efectuado a una de las
huellas que se ubican en el asiento de la silla que se encontraba en habitación
contigua al dormitorio donde se encontraba la víctima.
Al analizar las impresiones de las zapatillas
secuestradas y las del calzado ubicadas en el lugar del hecho, surgió la
correspondencia entre las mismas.
El
robo
De los testimonios recabados a lo largo de la
investigación penal preparatoria se desprende que "estamos en presencia de
personas (miembros de una misma familia: madre e hijo) con residencia en
referido domicilio, que contaban con la confianza de la víctima, compartiendo
muchos momentos juntos y manteniendo contacto con cierta regularidad (ello concretamente
la madre, dada su condición de secretaria de la Iglesia)".
Testigos relataron un episodio que para el
caso resulta relevante, ya que confirma que el imputado tenía conocimiento de
que la víctima contaba con una considerable cantidad de dinero en efectivo.
Según esos testimonios, esa suma estaba guardada en la casa de la secretaria de
la parroquia, madre del presunto homicida. El efectivo había desaparecido de
esa propiedad en marzo, antes del inicio de la cuarentena.
Informes
de ADN
De los resultados del informe sobre los
exámenes de ADN practicados en Buenos Aires a diferentes elementos de prueba
surge que había material biológico del cura en las zapatillas y un pantalón del
acusado, en su automóvil y en la funda de un cuchillo.
"... resultando ser, de esta manera, que
el imputado se encontraba en el lugar del hecho, pisó la sangre con las
zapatillas y al manipular el arma blanca tuvo sangre de la víctima que se
trasladó hacia el cabo (zona de agarre) y de su mano hacia la funda y los jeans
que llevaba al momento de ejecutar el brutal crimen en contra del
sacerdote", sostiene Sale.
"A la luz de la regla de la sana
crítica, no cabe ninguna duda de que el imputado es presunto autor del hecho
investigado que se le atribuye, habiéndose obtenido los medios probatorios que
posibilitan formular este requerimiento", concluye el fiscal.
Fuente: https://vientostucumanos.com.ar/