Por primera vez Trump asumió implícitamente la posibilidad de no continuar en la presidencia de Estados Unidos, al asegurar que “el tiempo dirá” de qué signo político será el próximo gobierno.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que “el tiempo dirá” de
qué signo político será el próximo gobierno, en la primera ocasión en que no
aseguró que él fue el triunfador de las elecciones de hace 10 días, y mientras
la resolución de los escrutinios en dos estados consolidaron la ventaja de su
competidor demócrata y virtual mandatario electo, Joe Biden.
“Con suerte, lo que pase en el futuro, quién sabe qué gobierno será, supongo
que el tiempo lo dirá”, dijo Trump al hablar en los jardines de la Casa Blanca
y volver a negar que vaya a disponer una cuarentena para contener la expansión
del coronavirus.
“No vamos a ir a un confinamiento, yo no iré; este gobierno no irá a un cierre”
de las actividades, manifestó el presidente y a continuación admitió que no
sabía lo que pueda pasar a partir del 20 de enero próximo, fecha en que debe
asumir el nuevo mandatario, según la agencia de noticias AFP.
El jefe de la Casa Blanca hizo esa declaración poco después que varias
televisoras informaran que Biden se impuso en el estado Georgia y Trump en
Carolina del Norte, lo que consolida la ventaja del retador demócrata, con 306
electores contra 232 del actual presidente.
Poco antes, incluso, Trump había deslizado la posibilidad de asistir a una
manifestación convocada para este sábado en Washington por simpatizantes del
Partido Republicano convencidos, como él, de que el mandatario ganó las
elecciones y es víctima de fraude.
“Es reconfortante ver todo el tremendo apoyo que hay, especialmente las
manifestaciones que están surgiendo en todo el país, incluida una grande el
sábado en DC”, exclamó un eufórico Trump a través de Twitter.
El mandatario añadió: “Incluso puedo intentar pasar y saludar”. Y cerró su
serie de tuits reiterando: “¡Esta elección fue falsificada!”
Empero, la campaña de reelección de Trump relativizó su optimismo al abandonar
la demanda que impugnaba los resultados del escrutinio del crucial estado
Arizona, según reconocieron sus abogados en un documento judicial.
“Desde el cierre de la audiencia de ayer, la tabulación de votos en todo el estado ha hecho innecesario un fallo judicial sobre los electores presidenciales”, dice el texto citado por la agencia Sputnik.
La nota indica que la campaña reconoció que el número de votos en disputa, poco
menos de 200, no fue suficiente para superar el margen entre los candidatos.
Según el recuento en curso en ese estado, que otorga 11 electores, Biden estaba
por delante de Trump por casi 11.000 votos.
De confirmarse los últimos datos suministrados por CNN y otras televisoras se
daría la paradoja de plasmarse un resultado muy similar, pero en sentido
opuesto, al de las elecciones de 2016, cuando Trump superó a Hillary Clinton
con 304 a 227 electores (más otros siete que se repartieron entre cinco candidatos
independientes), pese a que su contrincante sumó casi tres millones más de
votos.
La transición se había sumido el martes en la incertidumbre después de que
Trump bloqueara el proceso de traspaso del poder a Biden y de que su fiscal
general autorizara al Departamento de Justicia a investigar la existencia de
fraude.
Algunos republicanos, entre ellos el líder de la bancada del Senado, Mitch
McConnell, cerraron filas tras los esfuerzos de Trump de disputar los
resultados electorales, luego de que pocos legisladores oficialistas
reconocieran la victoria de Biden u objetaran otra polémica decisión del
presidente: echar al jefe del Pentágono, Mark Esper.
Los acontecimientos profundizan las dudas sobre si Estados Unidos podrá en esta
ocasión atravesar el tipo de transición ordenada que lo caracterizó
históricamente.
El Colegio Electoral tiene previsto confirmar oficialmente el resultado de su
votación el 14 de diciembre, allanando el camino para que quien resulte
consagrado asuma la Presidencia el 20 de enero.
El fiscal general y secretario de Justicia, William Barr, había autorizado a
cualquier fiscal federal a investigar “denuncias significativas de
irregularidades en el voto y en el conteo”, pese a no existir denuncias
extendidas de anormalidades más que las de fraude que, sin mostrar pruebas,
lanzó Trump desde la noche misma de los comicios.
De hecho, funcionarios electorales de ambos partidos manifestaron públicamente
que la votación transcurrió sin problemas, y observadores internacionales
también confirmaron que no hubo irregularidades.
Varios allegados al presidente no identificados, citados por diversos medios
locales, afirmaron que Trump no prevé aceptar formalmente la victoria de Biden
-algo que es una costumbre, no una ley que deba cumplir- pero que probablemente
dejará vacante la Casa Blanca, aunque a regañadientes, al cumplir su mandato.
Además, mientras el mandatario republicano seguía negando su derrota, la Casa
Blanca lanzó una purga de funcionarios a los que ve como insuficientemente leales.
Los directores del FBI y de la CIA, Christopher Wray y Gina Haspel,
respectivamente, y el principal epidemiólogo, Anthony Fauci, podrían ser los
siguientes en caer en desgracia.
De hecho, Haspel fue excluida de una reunión en la Casa Blanca entre Trump, el
director de Inteligencia, John Radcliffe, y otros altos funcionarios, según
fuentes oficiales citadas por CNN.
Por otra parte, un senador republicano felicitó a Trump y otra habló de su
"aparente victoria", pero el resto de los legisladores del partido
guardaron silencio, teniendo en cuenta el enorme apoyo que cuenta el presidente
entre los seguidores más ardorosos de su agrupación.
En tanto, George Walker Bush, el único ex presidente republicano vivo, afirmó
que “los estadounidenses pueden tener confianza en esta elección honesta, cuya
integridad será confirmada y cuyo resultado es claro”, aunque admitió que Trump
“tiene derecho” a pedir el recuento de votos.
Fuente: Telam