"Se tomaron muchísimas medidas a tiempo y acertadas que evitaron que vivamos la realidad de Brasil", remarcó a Télam el dirigente social de La Garganta Poderosa, a la vez que señaló que durante la pandemia "perdimos un montón de compañeros y compañeros, referentes históricos en la línea de fuego".
Por
Juan Martín Porto
Ignacio "Nacho" Levy, referente de
La Garganta Poderosa, planteó este domingo la necesidad de "respuestas
urgentes" para evitar "ensanchar la inmensa brecha de la desigualdad
social que el coronavirus vino a abonar" y, aunque reivindicó la
"voluntad política" del presidente Alberto Fernández en contener a
los sectores vulnerables, alertó sobre la "enorme distancia entre el
Estado y los territorios".
En una entrevista con Télam, Levy, dirigente de la organización social nacida
en 2004, con fuerte anclaje en barrios populares, se refirió a sus
encuentros con el Presidente, criticó la falta de respuestas del Gobierno
porteño ante la crisis de Covid-19 y rechazó de plano la propuesta de apertura
de espacios digitales en escuelas de la Capital.
--Levy,
en un reportaje reciente dijiste algo que grafica con crudeza la desigualdad
social en la Argentina: "Si hay algo que no es la pandemia es
democrática"...
--Cuando en marzo empezó esta locura, nosotros salimos con un texto titulado
"Las villas, el otro grupo de riesgo", para alertar sobre como esa
precariedad que subyace bajo una pobreza estructural de muchísimos años,
inevitablemente dejaba más expuestos a los vecinos y vecinas de nuestros
barrios y que, por ende, había que tomar resoluciones urgentes, muchas de las
cuales seguimos esperando y demandando y que nos costaron los meses más tristes
de la historia de nuestros barrios. Perdimos un montón de compañeros y
compañeros, referentes históricos en la línea de fuego multiplicando los panes
o los fideos en los comedores y merenderos.
--La semana pasada te reuniste por
segunda vez con el Presidente. ¿Cómo evaluás las políticas de contención social
del Gobierno en la pandemia?
--Realmente valoramos que nos volviera a recibir. No debería ser meritorio que
un Presidente reciba a sectores con problemas prioritarios, pero lo es porque
siempre fue una opción ningunear esos reclamos y por eso llevan años
acumulados, no sólo por inacción de los ejecutivos, también desde lo
parlamentario, la Justicia, la academia y los medios de comunicación. Fernández
podría haberse quedado con la foto de esa primera reunión y no escuchar los
reclamos de respuestas urgentes que no estaban llegando.Necesitábamos que el
Estado se sienta interpelado y, en ese sentido, la reunión con Alberto fue
buena porque recogió el guante”
--¿Cuáles eran esas respuestas que
consideran que no se estaban dando?
--Este es un escenario muy complejo para cualquier Gobierno. Se tomaron
muchísimas medidas a tiempo y acertadas que evitaron que vivamos la realidad de
Brasil, pero hay cosas que son urgentes y que si no las atendemos van a seguir
ensanchando la inmensa brecha de la desigualdad que el coronavirus vino a
abonar. Afortunadamente, Alberto se mostró por demás predispuesto a
escucharnos. Le planteamos nuestra preocupación por materializar, en forma
urgente, esa buena voluntad política que se anunciaba pero que no llegaba al
territorio. Dos ejemplos muy claros: uno de los temas centrales de la reunión
del 20 de mayo fue el respaldo estatal a las postas de salud comunitaria
autogestionadas de La Poderosa. En el momento del pico máximo de la pandemia
pedimos insumos y recién el 23 de junio recibí el llamado de (la secretaria de
Acceso a la Salud), Carla Vizzotti -una funcionaria que respeto por su accionar
y fundamentos humanos- para concretar la entrega de los termómetros. Otro tema
central de aquel encuentro fue el alimentario. Fuimos a Olivos la semana pasada
con apenas 20, de las 90 toneladas de mercadería que nos debía bajar, en julio,
el Ministerio de Desarrollo Social para 113 comedores. El Presidente levantó el
teléfono, dijo: ¿Cómo puede ser esto? ¡Resuélvanlo ahora! y 48 horas después
recibimos las 70 toneladas. Pero no soy ingenuo de pensar que el problema ya
está resuelto.
--Hablaste de la existencia de una
distancia enorme entre el Estado y el territorio. ¿Cómo imaginás una posible
vía de gestión más ágil?
--Necesitábamos que el Estado se sienta interpelado y, en ese sentido, la
reunión con Alberto fue buena porque recogió el guante. No nos dijo ustedes
están pataleando por algo por lo que no tienen que patalear, por el contrario,
nos dijo: están haciendo lo que tienen que hacer. Le pedimos que estableciera
algún interlocutor, pero nos contestó que quería seguir siendo él el
interlocutor y que le informemos las repuestas que se frenan en cualquier
mecanismo del Estado o que llegan más tarde al territorio. Lo llamó delante
nuestro al ministro de Educación, Nicolas Trotta, y desde Olivos fuimos directo
al Palacio Pizzurno para comenzar a elaborar la ampliación de nuestro proyecto
de continuidad pedagógica "Contagiar Conectividad", elaborado como
respuesta comunitaria a nuestras 114 asambleas para transformarlo en un
proyecto piloto.
Los
únicos que deben decidir cuándo abrir las escuelas son los infectólogos. Las
escuelas públicas fueron, son y serán para nuestros barrios un trampolín a la
vida y nunca, jamás un trampolín a la muerte”
Nacho
Levy
-Desde La Poderosa vienen denunciando que
la falta de infraestructura en los barrios populares de la Ciudad impacta de
lleno en el agravamiento de la situación sanitaria. ¿Tuvieron respuesta del
Gobierno porteño?
-Las respuestas a la urbanización nunca terminaron en medidas de fondo, como el
derecho a la vivienda y a los servicios esenciales, de luz, gas y agua potable.
Ni siquiera respetaron los fallos judiciales que ordenaban avanzar en ese
sentido. Tampoco aplicaron el financiamiento conseguido para ello, como, por ejemplo,
los 170 millones de dólares del Banco Mundial (BM) para obras de urbanización
en la Villa 31, que según el propio BM no se ejecutó ni el 1% en los últimos 3
años, De golpe llegó la pandemia y vino a desnudar esa desigualdad. Mientras en
las conferencias (el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez) Larreta
celebraba que en los barrios populares bajaba la cantidad de contagios, los
referentes comunitarios corríamos detrás de nuestros compañeras y compañeros
para saber quién era el nuevo contagiado, quién estaba con un respirador, quién
había fallecido, o como nos íbamos a hacer cargo del velatorio más cruel que
nunca nos hubiéramos imaginado. Cínicamente el Gobierno porteño camufla ese
abandono con un despropósito absoluto de pauta oficial repartida casi en todo
el abanico de medios y tiene de rehén a la realidad de los barrios populares.
-¿Qué pensás sobre la decisión de abrir
espacios digitales en las escuelas?
-Desmentimos categóricamente que el Ministerio de Educación de la Ciudad tenga
nuestra aprobación. No conozco a la ministra Soledad Acuña y jamás crucé
siquiera un mensaje de WhatsApp con ella. Los únicos que deben decidir cuándo
abrir las escuelas son los infectólogos. Las escuelas públicas fueron, son y
serán para nuestros barrios un trampolín a la vida y nunca, jamás un trampolín
a la muerte. Si a Acuña le llegó la hora de vincularse con los territorios,
sería bueno que empiece por darle reconocimiento oficial a nuestro Bachillerato
popular de la Villa 31.
Fuente: Telam